Si bien con la apertura del mercado de telefonía fija lo que se busca es beneficiar a los usuarios de los servicios residenciales y comerciales, con disminuciones en las tarifas y mejores servicios, puede que la competencia entre los concesionarios no favorezca a todos los interesados como se espera.
A partir del 2 de enero del 2003, Cable & Wireless (C&W) no tendrá la exclusividad en los servicios: básico local, nacional e internacional, así como los terminales de teléfonos públicos y semipúblicos, y los alquileres de los circuitos dedicados de voz. El Ente Regulador de los Servicios Públicos (ERSP) ya autorizó a cinco empresas para que entren en este negocio y cuatro están en proceso de aceptación.
Sin embargo, como pintan las cosas la libre oferta de precios y servicios se dará en mayor medida en los mercados preferidos. Estos son los que generan mayor consumo, que principalmente se encuentran en la ciudad capital y en el área comercial de la provincia de Colón, como el caso de los clientes comerciales, los servicios internacionales y call centers, además de los teléfonos públicos.
De hecho, Panamá es atractiva para el mercado de telecomunicaciones internacionales debido a su posición geográfica y que, definitivamente, atraerá a nuevas empresas a la competencia.
Ello, por supuesto, no es tan relevante para los usuarios comunes y corrientes que no están incluidos en estos mercados y que resentirán un aumento en el precio que hasta ahora han pagado por recibir el servicio telefónico. El problema es que las empresas tendrán que nivelar las tarifas residenciales y comerciales: mientras que las primeras aumentarán, las segundas disminuirán.
Al menos eso es lo que pronostican entendidos en la materia como José Guanti, ex director del Ente, y Fernando Villamizal, director ejecutivo de la Cámara Panameña de la Comunicación.
Pese a ello, optimistas autoridades del sector piensan que la apertura beneficiará a la economía del país debido a las inversiones que hagan las compañías, a la generación de empleo y a la introducción de nuevas tecnologías.
Lo que no se ha dicho es en cuánto podrían aumentar y disminuir las tarifas de estos servicios. Claro está, las tarifas dependen de cada empresa y de las particularidades del mercado.
Por otro lado, aún está por verse la posición que mantenga el ERSP cuando le toque enfrentar los problemas que podrían suscitarse en el mercado como las prácticas monopolísticas en las áreas donde haya varias empresas, o cuando haya lugares de poco volumen que no cuenten con la cobertura de distintos concesionarios por ser poco rentables para el negocio. Todo parece indicar que en la telecomunicación fija lo que se vislumbra es altibajos en los precios que favorecerán a unos y que repercutirán negativamente en el bolsillo de otros.
Por tal razón, el Ente Regulador de los Servicios Públicos jugará un papel preponderante en la regulación de esta nueva competencia en el mercado, que será eficaz solo si los implicados cumplen con la Resolución JD-2802 del 11 de junio de 2001, que establece los lineamientos para la prestación de estos servicios en libre competencia para el beneficio de los usuarios.