La historia de la república de Panamá está enraizada con el apellido Amador. Desde que la nación nace en los albores del siglo XX, se oye nombrar que fue un Amador el primer presidente del país, que fue un Amador el que ideó el símbolo istmeño, que fue un Amador el que con valentía lanzó el grito de independencia en la noble provincia de Veraguas en donde presidió la Junta Revolucionaria; en este último caso se trató precisamente de Juan Bautista Amador hijo, quien también se solidarizó con su tío en la gesta separatista, al punto que lideró un grupo de notables, entre ellos sus propios hijos Gustavo y Arturo Amador García, Oscar Fábrega, Ricardo Fábrega, Demetrio Fábrega, José Mario Goytía, y muchos otros, y enfrentó al Batallón 5º de Calí, quien ante el grito del Dr. Amador García, de adelante retrocedió, por lo que el pueblo que le seguía, al ver esa muestra de arrojo y amor tradicional por la libertad, lo siguió y esto produjo que el batallón entregara las armas, procediendo de inmediato los panameños a gritar vivas a la naciente República en la noble Veraguas, además de su participación como constituyente de la nueva República y primer gobernador de la provincia, habiendo sido antes representante de Panamá ante el Congreso Colombiano.
Años después fue un Amador, elegido diputado en su natal Veraguas, es decir Arturo Amador García, uno de los ilustres síndicos que junto con el Dr. Abel Bravo creó el Instituto Nacional, cuna de intelectuales de la joven República. La obra del presidente Amador es la del constructor que puso los cimientos de la nueva patria. El creó las instituciones jurídicas sobre las que descansa el estado de derecho que nos permite hoy vivir en paz y democracia. Recordemos que en su gestión de gobierno se establecieron las relaciones internacionales de Panamá con los demás países del orbe; se crearon todos los ministerios; se promulgaron leyes de gran importancia para el desarrollo institucional de la nueva nación; se inauguró la casa de gobierno.
Un estudio del árbol genealógico de la familia Amador indica que por razones de matrimonios, la casi totalidad de sus descendientes no lleva este apellido, aunque en la sangre se seguirá portando el insondable sello de una estirpe de hombres que dio un legado a esta República, y quienes serenamente y con su conducta de hombres ilustres y de bien, sembraron valores de civilidad y de democracia que hoy nos permiten recordarlos como los próceres que hicieron posible una realidad nacional.
Resulta un tanto conmovedor que, por aquellas casualidades de la vida, precisamente sea en un sitio llamado Amador en donde este año que se conmemora el centenario, también se ha de celebrar un evento que pone a nuestra patria en un lugar cimero de exposición ante el mundo. Concluyo diciendo entonces, que hoy más que nunca es importante que conozcamos quiénes fueron los que con su valentía y carácter acrisolado fundaron esta patria que hoy florece con la bendición de Dios.

