Tenemos aquí bolsos de señora de 20 mil euros y la verdad es que cada vez vendemos más, afirma a La Vanguardia Tareq Mahmud, dueño de una boutique de lujo en Abdun Mall, un moderno centro comercial situado en el barrio de Abdun, uno de los más pudientes de Ammán, la capital jordana.
Algunos se quedan estupefactos al enterarse de los precios, pero nuestros clientes habituales sacan la tarjeta y pagan con una sonrisa, añade. Lo mismo ocurre en las joyerías vecinas, en las tiendas de gafas y en los restaurantes de lujo. Dos yemeníes de tez morena, vestidos con impecables dishdasha (túnicas blancas para hombres), se prueban cremas hidratantes en una tienda de cosméticos.
La mayoría de clientes son miembros de la alta sociedad local o refugiados iraquíes que han ido llegando a la capital jordana desde 2003 huyendo de la guerra. Se calcula que un millón de iraquíes se han instalado en Ammán en estos seis años. Los vendedores del Abdun Mall, rodeados de productos de Yves Saint Laurent, Dolce & Gabbana, Emidio Tucci, Lacoste, Ralph Laurent o Versace, cuentan que muchos iraquíes huyeron a Jordania con maletas llenas de millones de dólares en efectivo y que compran todo, incluso coches y pisos, al contado.
No hay duda de que ellos han cambiado las reglas del juego de la economía de Ammán, especialmente en el campo de la construcción, afirma Faez Darwish, un destacado ejecutivo local de 77 años. Fíjese - dice-en la cantidad de rascacielos que están cambiando el horizonte.
Darwish, antiguo refugiado palestino, vivía en Florida y dirigía sus negocios en Estados Unidos y en Arabia Saudí hasta que hace cinco años decidió regresar a Jordania. Ammán - comenta-era una aldea grande, pero ahora, gracias a las decenas de rascacielos, edificios y centros comerciales, construidos sobre todo por los iraquíes, todo está cambiando. Y añade sonriendo: Incluso la vida nocturna está más viva que nunca.
Este verano, los cafés, restaurantes, clubes y discotecas de Ammán están a reventar. En un local de danza del vientre, la mayoría de clientes son turistas del golfo Pérsico, Libia y Egipto. Fatma, una profesora egipcia cubierta con un velo colorido, aplaude con entusiasmo junto a su marido, y dice en un inglés perfecto: La vida nocturna en Ammán es única. Me recuerda las parties de Nueva York... sin alcohol. Y comenta que su marido fue operado en la capital hachemí porque tiene los mejores servicios médicos del mundo árabe.
Walid Sabuba dirige un café de moda en el centro de la ciudad. Numerosos jóvenes vestidos a la occidental y con gomina en el pelo acuden a fumar la tradicional narguile (pipa de agua) con sus amigas y amigos. Mientras aspiran y charlan, miran de reojo los partidos de fútbol de la liga española e inglesa, repetidos a menudo en las cadenas locales.
El movimiento - afirma Sabuba-comienza hacia las 10:30 de la mañana y dura hasta la madrugada. Los más jóvenes llegan muy tarde, cerca de la medianoche, y nos sentimos muy afortunados.
Ziad, joven estudiante de medicina, explica que Ammán también se ha beneficiado de la crisis mundial y el pinchazo que ésta ha provocado en la burbuja de Dubái.
Algunos habitantes de Dubái que perdieron su trabajo decidieron no pagar más las hipotecas de sus lujosas casas, aparcaron sus coches en el aeropuerto y se marcharon con toda su fortuna... en efectivo y en joyas.
Muchos de ellos se marcharon a la capital jordana, en parte porque se trata de la ciudad más segura de Oriente Medio.
