Apaga y vámonos...

Hay muchas frases que sirven para explicar que se llegó al final del camino pacífico o que se acabó la conversación y viene la acción. Hay quienes gustan decir “la gota que derramó el vaso”, otros prefieren usar toques folclóricos y dicen “torció la puerca el rabo”. Las damas comentan “esto es lo último de lo último” y los experimentados en la vida usan la frase “pensé que ya nada iba a sorprenderme en esta vida...” o bien dicen “¡esto es el acabose...!”. En estos días, que está de moda lo del centenario de la República, he escuchado que, para expresar lo anterior, simplemente dicen “¡llegó Matea...!”, célebre frase de nuestra separación de Colombia y que fue la clave incendiaria para pasar de la conversación a la acción el 3 de noviembre de 1903. No sé dónde escuché –y por ahí mismo la adopté en mi repertorio personal– la frase “apaga y vámonos” para pasar de las palabras a la acción, para explicar que no soportaremos calladamente la injusticia que se nos quiere hacer. Y me explico.

El pasado domingo 12 de octubre vi y escuché en televisión al candidato Martín Torrijos exponer un mea culpa tardío al aceptar que era necesaria una constituyente. “Vio la luz el muchacho”, pensé esbozando esa sonrisa desconfiada que me acompaña cada vez que escucho a alguno de los dos candidatos del bipartidista pacto MAMI tratar de echarnos algún cuento. Pero de la sonrisa pasé a la mueca y de allí al sobresalto cuando dijo que la constituyente –su reciente enamorada– no podía esperar plazos demasiado lejanos como un año, año y medio, como después de las elecciones del 2004... No, según Torrijos era necesario casarse con ella “desde ya” (¡qué de frases tenemos los panameños, ¿no...?!), y para ello dijo que había que ir a la Asamblea Legislativa a exigir que se pusieran a hacer esas reformas o esa constituyente paralela de una vez, en vez de ahogarnos en debatir si era legal de tal o cual forma... Nada, que el chico habló.

¡Apaga y vámonos...! Es imposible no contestarle. Por el amor de Dios, señor Torrijos, ¿a quién se le ocurre pensar siquiera que los panameños vamos a poner en manos de la Asamblea Legislativa actual un asunto tan delicado como la constituyente paralela? ¿Qué piensa usted, que el órgano más desprestigiado del país tiene la autoridad moral para trabajar el nuevo contrato social que queremos los panameños para los próximos 100 años? ¿Cree usted que nos vamos a quedar tranquilos y vamos a caer todos en esa estrategia bipartidista del pacto MAMI? ¿Quién le escribió esta vez semejante aberración moral? Espero, por su bien político, que no intente seguir con eso. Y no hable de leyes, señor Torrijos; no nos ponga a elegir, como hizo Noriega, entre la ley y la justicia, pues saldrá la sociedad civil, una vez más, a elegir por la justicia. Así que apaga y vámonos...

Es muy simple. El pacto MAMI quiere mantener el poder a toda costa, quieren turnarse, pero nunca perderlo. En esta vuelta tú, en la que viene yo. Han ignorado al pueblo en su justo clamor por una nueva carta política que no proteja la injusticia, la corrupción, el nepotismo, la impunidad y los privilegios para una clase política a la que finalmente le ha llegado su hora. Saben que no se van a reelegir. La constituyente paralela es la forma de realizar esos cambios. Las televisoras ya tienen anuncios cívicos que lo piden, todos los gremios y grupos se pronuncian a favor de la inclusión de una quinta papeleta para dicha consulta popular, el Tribunal Electoral ha dicho que es factible, y el presidente Endara ha prometido convocarla el día que tome posesión (esto último es interesante: se ha comprometido a utilizar la propuesta cívica elaborada por el Grupo Visión 2020, fuera de toda sospecha político partidista). Como si fuera poco, la Iglesia católica nos ha tendido una vez más la mano al promover un plebiscito sui géneris para recoger firmas y que sirve, primero para presionar al Gobierno a incluir la quinta papeleta el día de las elecciones, y segundo, si no la incluyen, que Guillermo Endara se sienta más cómodo a la hora de convocar la constituyente paralela el 1 de septiembre de 2004, pues tendrá una consulta popular avalada por la Iglesia católica. ¿Qué le queda pues, a esa clase política moribunda? Nada, apaga y vámonos...

Los del MAMI saben que si eso ocurre sus días están contados. Por nada del mundo quieren que reforma o constitución alguna se elabore por otras manos que no sean las de ellos. Y entonces aparece obligado el candidato Torrijos (y digo obligado porque el gobierno le tiene ahora a su primo y director de campaña arrinconado entre la espada y la pared con lo del escándalo de PECC) a pedir que sean los mismos legisladores que tenemos quienes hagan la reforma y se quiten, de paso, todas las prebendas jugosas que tienen. ¡Ahora cuéntame una de indios y vaqueros, venga...!

Señores políticos del pacto MAMI: no se les ocurra promover una reforma constitucional ni una nueva constitución hecha por la actual Asamblea Legislativa, que eso el pueblo no lo avalará. Ni se les ocurra posponer las elecciones ni cancelarlas ni convocar a nada. Aquí lo único que cabe, si quieren salvar un poco la cara y ver si sobreviven, es reabrir el caso CEMIS, exigirles la renuncia a los dos magistrados espurios y garantizar el correcto desenvolvimiento del proceso electoral venidero. La constituyente paralela es una realidad que ya tiene fecha de nacimiento. Es cuestión de tiempo y los panameños no nos la dejaremos quitar.

Mi abuela calabresa decía, ante la sed de justicia que a veces todos tenemos: “si tienes paciencia, verás pasar frente al portal de tu casa el cadáver de tu enemigo...” Eran otros tiempos, claro está, en aquella Italia rica en pasiones, harta de invasiones y romances, de masacres, arte y violencia. Sin poderlo evitar, vuelvo a sonreír pensando que los veré pasar ante este pueblo: a los cadáveres políticos de aquellos que usurparon la democracia y la justicia para hacer de Panamá una dictadura civil tan o más corrupta que la de los cuarteles. Nuevamente se torna en mueca esa sonrisa. Recuerdo que, como lo hacemos ahora, quisimos un cambio de estructura y les pedimos que se fueran. Ellos –los militares con el PRD– buscaron todas las argucias legales y de fuerza para enquistarse en el poder. Lo mismo que ocurre ahora, proporciones guardadas. Hizo falta una Cruzada Civilista, mucho dolor, sangre inocente y una invasión extranjera para sacarlos. Es bueno que los del pacto MAMI estén conscientes de que esta burla sería tan o más grave que aquella que quiso hacer Noriega. Apaga y vámonos...

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