NUEVO ARDID

Aplastado entre realidad y circo: Víctor Paz

Me parece extraño el surgimiento de los gladiadores. Tal vez sea una pantomima más de las personas que apoyan al gobierno, pero ¿por qué ahora? Hace un par de meses, nos corrimos la suerte de andar escándalo tras escándalo, conflicto tras conflicto, enredo tras enredo y, desde luego, “problema tras problema” (agua, criminalidad, costo de vida, KPC, desaseo, confrontaciones, etc.), pero estos últimos días el país ha vivido una especie de calma forzada, exceptuando el asunto de la reforma electoral.

Ahora salen con esto, ¿Por qué? ... Será que a ciertas personas les gusta “inventar cosas” improductivas... Tal vez solo necesitan estar en “la boca pública”. Tal parece que quisieran convertirse (a raja tabla) en una marca social. Para la “economía negra” el producto en sí no importa (si sirve o no sirve), si tiene una “marca” y publicidad sustentándolo de cualquier forma lo comprarán. La propaganda, sobre todo la agresiva, es sumamente importante para el capitalismo salvaje. Y la marca (reitero, independientemente a la utilidad del producto) no solo vende, sino que vende más caro.

La marca en el capitalismo salvaje corre como fuego en monte seco sobre un pueblo masificado, mal educado, parcialmente enfermo, endeudado, golpeado y reprimido. El ser humano, bajo esas condiciones, tiende a masificarse, como el animal en manada. Sin embargo, al contrario de lo que dictaría la lógica (tal vez por su naturaleza contradictoria) el hombre no pocas veces se agrupa para mejorar sus condiciones de vida, sino para evadirse en el disfrute, como si en Panamá no ocurriera nada.

Así las cosas, este nuevo ardid que mal han llamado “gladiadores” (como otros tantos anteriores y venideros) no está dirigido hacia la parte más elaborada (por así decirlo) de la sociedad, sino a la gran masa civil-votante, que reelige diputados a cambio de ferias públicas, bloques y puestos en el gobierno. ¿Acaso servirá esto para contener la ira social, producto de reiterados desaciertos públicos? Hace poco, un canal de televisión mostraba a un hombre amenazando a otro con un cuchillo, por un asunto tan “trivial” como el tranque vehicular. Todos estamos propensos a exasperarnos en medio de una situación tan descarnada, pero el problema se agrava cuando el tranque te sigue desde que sales de tu casa (en la madrugada) cuando llegas al trabajo, vas a almorzar, cuando sales del trabajo y así, por los siglos de los siglos, Amén. El problema crece porque todo está tan caro que, inclusive, no tienes dinero para pagar la gasolina que te gastas en el tranque. El problema colma cuando te multan por tratar de evadir el tranque, a veces no de la mejor forma. Lo que vimos aquella vez por televisión es una nimiedad en comparación a la frustración social, cuando un pueblo es sacrificado en función de obras que, dicho sea de paso, tampoco garantizan la solución de los problemas sociales que le afectan terriblemente a diario (especialmente la criminalidad, el tranque y el costo de la vida). Mega obras, megadeudas, megaenredos, megatranques y, al final ¿qué gana el pueblo con eso? ¿Acaso el Metro o la tercera fase de la cinta costera nos resuelve el problema del agua, aseo, salud, educación, seguridad y economía? ¿Nos ayudarán “los gladiadores” a solucionar estos problemas, a mejorar nuestra calidad de vida, tal y como se nos prometió en campaña? No, los gladiadores se crearon para defender la gestión gubernamental, no para defender al pueblo de los tranques, el encarecimiento de la canasta básica, la pésima recolección de basura, la falta del agua en toda la capital, la deficiente salud pública, la violencia o el encarecimiento de la vida. Los gladiadores no nos defenderán de aquellos empresarios que abusan de sus empleados, del consumidor, de los maleantes, del desempleo, la burocracia y la corrupción. Los gladiadores solo defenderán al gobierno. ¡Qué bien! Y a nosotros... ¿Quién podrá defendernos, inclusive, de la opresión que nos ha generado el mismo gobierno?

En consecuencia, quien le haya puesto el nombre de “gladiadores” no andaba del todo equivocado; aunque muy desvinculado de la realidad nacional. Los gladiadores romanos constituían un triste espectáculo asesino, en el que la vida humana valía menos que la diversión de la masa. Así las cosas, dos hombres peleaban no pocas veces a muerte, para entretener a un gran grupo de hombres. ¿Qué se espera de este asunto de los gladiadores? ¿Promocionar al Gobierno en tiempos próximos electorales o más circo? En caso de que sea circo (mortal o no) sigue siendo un espectáculo, pero la realidad es la realidad. Todo está más caro y más enredado. Desde el ornato y aseo de la ciudad hasta la toma de decisiones.

Lo que vive la mayoría de los panameños desde que subió este gobierno no es, precisamente, la lucha entre dos soldados perfectamente armados, sino el sacrificio de esclavos (desarmados) a las fieras del Coliseo de nuestra república. Tales fieras son: Gasolina, delincuencia, alto costo de la vida, tranques, falta de medicinas, de hospitales, de justicia, escasez de agua, abundancia de basura, represión, corrupción. ¿De qué nos servirá una ciudad de primer mundo? ¿Quién gana con el sacrificio de los esclavos? Curiosamente, hace unos días se anunció la creación de una efigie más grande que la estatua de la Libertad ¿acaso, también, emulando gigantescas obras del arte grecorromano? Es probable que nuestras autoridades hayan trastocado el concepto tiempo–espacio–realidad, sin embargo, no deja de aterrarme la idea de que nosotros (el pueblo) sigamos costeando tan deplorable espectáculo.

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