Hace varios años decidí tomar un curso de confección de tembleques con el propósito de llevar algo de mi cultura panameña a Estados Unidos, donde continuaría mis estudios universitarios. El curso en mención representó para mí mucho más que un curso de manualidades, fue un curso para la vida.
Una de las primeras indicaciones que recibimos fue que un tembleque bonito y bien confeccionado empieza desde el primer pétalo. Depende de ese pétalo y de los demás que se hagan, poder crear una hermosa flor de escamas o cuentas. Hoy recuerdo esta indicación como lo que realmente es: toda empresa exitosa empieza con una buena base.
Desde el punto de vista social, tomemos a la familia como ese tembleque que queremos hacer. No podemos tener una buena familia si alguno o varios de sus miembros no han sido bien formados para desempeñarse adecuadamente en esta sociedad. Los padres de familia somos los artesanos en esta empresa que rendirá sus frutos positivos o negativos en el futuro. Aun cuando los padres de familia piensan que están haciendo lo posible por criar a sus hijos adecuadamente, hay muchos factores tales como la violencia generalizada que impera en nuestra sociedad que hacen difícil esta misión.
Una juventud sin aspiraciones ni metas tiene la potencial fuerza de ser creadora de conflictos. Aunado a esto, la falta de responsabilidad y el juega vivo que vemos a diario son sólo una muestra de que no estamos haciendo lo necesario para formar una sociedad encaminada a vivir armónica y productivamente.
Tomemos, por ejemplo, el caso verdadero del hombre que abandona a su mujer e hijos en la casa de su anciano padre para que él los cuide y los mantenga. Si un padre de familia actúa en forma tan irresponsable, no podemos menos que esperar una crisis económico-social y de valores en esta familia. ¿Cuántos casos como este habrá en nuestro país? Es triste ver la cantidad de abuelos abusados económica y sicológicamente por sus hijos y hasta nietos, inclusive. Este no es más que el resultado de una cadena de antivalores que impacta todos los estratos sociales y niveles de poder de nuestro país.
Panamá debe ser como un hermoso tembleque que tenga los pétalos de la honestidad, respeto, dignidad, orgullo, y trabajo honesto, cimentados en cada uno de los miembros de nuestra sociedad. Este conjunto de valores, que hemos ido perdiendo, nos brindará el país en el que todos aspiramos a vivir y que sea digno de admirar como los tembleques de una empollerada.
