Monseñor Jorge Altafulla fue asesinado por un desconocido, minutos antes de iniciar la eucaristía ayer, domingo, poco antes de las 6:00 de la tarde, en la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en calle 50.
No hubo versiones oficiales sobre el crimen, pero según los feligreses, el sacerdote fue encontrado muerto por un fiel que entró a su cuarto a buscarlo, ya que había pasado la hora de iniciar la misa y él era un hombre muy cumplido.
Otro de los feligreses narró a La Prensa que un hombre alto, de tez morena, pidió al padre que lo confesara. Este le sugirió que pasara a su oficina. Posteriormente, según otras versiones, Altafulla salió hacia su dormitorio seguido por el sujeto. Monseñor intentó infructuosamente cerrar la puerta pero el desconocido logró entrar por la fuerza.
Se informó que el agresor le cubrió la cabeza con una bolsa de plástico y posteriormente le dio una puñalada en el cuello. No se dijo si el sacerdote tenía otras heridas.
Al conocerse la noticia, algunos fieles se lanzaron al piso y otros salieron corriendo en medio de la confusión. Muchos pensaron que se trataba de un asalto.
Sin embargo, algunos fieles, religiosas y otros sacerdotes permanecieron en la iglesia rezando.
Había nerviosismo y tristeza dentro y fuera del templo.
Bruno Mussaró, nuncio apostólico; Rosendo Torres, canciller de la Curia Metropolitana; Manuel Karamañites, Rómulo Aguilar y Manuel Díaz, entre otros muchos sacerdotes, acudieron al lugar.
Arzobispo consternado
El jefe de la iglesia Católica panameña, obispo José Dimas Cedeño, expresó anoche a La Prensa su pesar por el crimen con las siguientes palabras: Siento una profunda consternación y tristeza por este deplorable y bochornoso crimen, que es una sevicia.
No puedo creer cómo es posible que alguien haya tenido esa osadía, de entrar a la habitación de un ser humano indefenso, servidor de la comunidad, de un consagrado a Dios.
La triste noticia me sorprendió mientras viajaba a Las Tablas para tomar un día de descanso, dijo José Dimas Cedeño.
Conociéndolo, estoy seguro de que no mantenía rencores con nadie, pues se desgastaba sirviendo a la comunidad, a sus hermanos.
El dolor y la tristeza embargan al clero, al cual él servía y prestaba un valioso servicio. Este hecho es una señal inequívoca del estado de deterioro en que se encuentra la escala de valores que debe regir a la humanidad. En esta ocasión ha sido nuestro hermano Jorge Altafulla, quien ha ofrecido este sacrificio y esperamos que no sea en vano, que sea un aldabonazo que nos guíe por nuevos derroteros, hacia los principios morales básicos tan pisoteados por nuestra sociedad.
Sin sentimientos de venganza, esperamos que las autoridades competentes investiguen este grave delito que cubre de vergüenza a la sociedad. Unámosnos en la oración por el descanso de su alma.
El sacerdote fue sacado en un carro fúnebre, luego de que el fiscal auxiliar, Carlos Augusto Herrera, hiciera el levantamiento del cadáver.
En tanto el recién nombrado obispo auxiliar de San Pedro Sula, Hondura, Rómulo Emiliani, dijo vía telefónica que monseñor Altafulla fue un ser que se entregó el 100% al trabajo pastoral. Siento un gran dolor por esa noticia de la que ahora me entero. Doy mi sentido pésame a la iglesia panameña así como a todo el pueblo de Panamá por este horrendo crimen, remarcó a RPC Radio.
Luego de conocer el asesinato, la policía montó un operativo de búsqueda del sospechoso del crimen. El operativo continuaba al cierre de esta edición.
Un grupo de fieles intentó evitar que se tomaran fotos y videos del momento en que sacaban el cuerpo de monseñor Altafulla, lo que generó varios enfrentamientos con los periodistas.