Hace ya uno o dos lustros que en el mundo irreal y apacible en que yo vivía, apareció por mi casa un niño que debía tener unos escasos 10 años de edad.
Recuerdo que yo tenía en mis manos el libro del gran poeta ruso Boris Pasternak Mi hermana la vida y coincidió con la aparición del misterioso niño quien previamente se había comunicado conmigo por teléfono dándome a conocer su gran interés en conocer personalmente a destacados poetas con los cuales él se había familiarizado a través de sus clases de literatura panameña.
Me dijo que su nombre era Javier Alvarado y me agradeció mi simpático gesto de aceptar su solicitud.
Mi memoria me ha iluminado este pasaje debido a que Javier Alvarado ha sido galardonado este año con el prestigioso Premio Rogelio Sinán, consistente en la suma 10 mil balboas, un certificado de reconocimiento y la publicación de la obra ganadora.
No recuerdo con exactitud cuál era su edad el día que lo conocí, pero era más que evidente que poseía una gran lucidez y una notoria avidez de nuevos conocimientos.
Allí en mi biblioteca se encontró con el Pablo Neruda de Temuco y su lírica grandeza adolescente, con los dolidos versos de amor de Catulo, con las sátiras de Marcial, y el embrujo de las voces de las sirenas que luchaban con la voluntad de Ulises, pero en medio de ese mar de versos que lo envolvían tropezó con un inmenso libro intitulado Enciclopedia de las cosas que nunca existieron de Michael Page y Robert Ingpen, que era un libro especial que lo mantenía en el estatus de los libros imprestables que fue un regalo maravilloso que recibí de las manos de Ignacio y Nancy Esplá.
Le indiqué que ese voluminoso libro lo podía consultar y leer allí mismo en mi biblioteca.
Años después mi madre lo recordaba sentado en el suelo y tomando notas a medida que lo fue leyendo.
Claro está que a mi madre y a mí no dejó nunca de asombrarnos su actitud y su vocación de poeta a una edad tan temprana.
Aunque la fama a veces llega a intimidar algunos escritores, a Javier lo ha respaldado y allí están de relieve sus numerosos triunfos nacionales e internacionales siguiendo la estrella de Belén de su vocación poética.
No voy a mencionar sus batallas cotidianas ni sus limitadísimas condiciones vivenciales, pero sí poner de relieve que pese a todo hay que admirar su condición de viajero a Londres, Escocia, Chile, México, Centroamérica, etc.
Esperamos la publicación de su Balada sin ovejas para un pastor sin huesos, el nuevo libro de Javier que desde estas líneas saludamos con el temblor de los rítmicos e inolvidables tercetos de Dante y los locos versos de Gonzalo Rojas.