En sus últimos meses de vida, enferma de cáncer, Ann Dunham, de 53 años, solo tenía una preocupación: que el seguro médico no le cubriese los costos de la enfermedad. Corría el año 1995.
Ahora su hijo, Barack Obama, es el presidente de Estados Unidos, y siempre evoca la muerte de Ann Dunham cuando habla del sistema sanitario de su país. “Para mí, es algo personal”, dice.
La reforma sanitaria se ha convertido en una de las prioridades del primer año de presidencia.
Los republicanos se oponen: ven en las propuestas un aroma europeo, socialista. Los demócratas están divididos. Los lobbies -las aseguradoras, los médicos, las farmacéuticas- también quieren dejar oír su voz.
Y los estadounidenses no lo ven claro. En los años de 1990, los Clinton ya fracasaron en el intento.
Si ahora el demócrata Obama lo consigue, habrá logrado imponer, en un tiempo récord y con el país en recesión, la mayor reforma del sistema sanitario desde los años de 1960.
Si fracasa, habrá sufrido un revés -el más grave desde que en enero llegó a la Casa Blanca- que difícilmente le dejará indemne.
La reforma pretende impedir que personas, como la madre de Obama, se queden a la intemperie, en un país donde la sanidad pública, con excepciones, solo cubre a los pobres y a los mayores de 65 años.
Paradójicamente, ningún país desarrollado gasta tanto en sanidad como Estados Unidos: en torno al 16% del producto interior bruto, incluidos los sectores público y privado.
Y ningún país innova tanto ni dispone de tratamientos tan avanzados.
Al mismo tiempo, cerca de 50 millones de personas -más que la población de España- carecen de cobertura médica. Y tanto la esperanza de vida como la mortalidad infantil superan a las de los países de Europa occidental.
No solo los ciudadanos sin cobertura -parados, trabajadores autónomos sin una empresa que les asegure o empleados de empresas que no ofrecen seguro- son víctimas de las deficiencias del sistema sanitario.
En este país son frecuentes los casos como el de Ann Dunham, de 53 años, y muchos los que terminan siendo víctimas irremediables del sistema sanitario de este país.
