Al problema de las calorías de más, el cuerpo pone remedio: unas las quema y otras las almacena. Saber cómo hace lo primero es un secreto que los científicos han querido arrancarle al cerebro hace mucho tiempo para combatir lo segundo. Parece que ya lo han conseguido.
Investigadores estadounidenses descubrieron el funcionamiento de un mecanismo que permite al cerebro ordenar la quema de las calorías sobrantes, lo que podría ayudar a entender la obesidad y a buscarle remedios.
La importancia sobre el papel que desempeña el cerebro en el ritmo metabólico, a través de la llamada termogénesis, es conocida desde hace tiempo, pero hasta ahora no se sabía como se lleva a cabo.
Un grupo de investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Harvard, afirma que ha descifrado este complicado sistema de comunicaciones dirigido por el cerebro, la termogénesis inducida por la dieta, que entraña la liberación de calor.
La investigación, de cuyos resultados informó el viernes la revista Science, fue realizada con ayuda económica de los Institutos Nacionales de Salud de EU y del grupo farmacéutico Eli Lilly.
El cuerpo requiere un cierto número de calorías para funcionar y mantener la salud, explicó Bradford Lowell, experto en endocrinología y coautor de la investigación. Cuando el cuerpo toma más calorías de las que necesita, una de dos, o convierte las sobrantes en grasa que se almacena y puede llevar a la obesidad, o las convierte en calor, que es disipado después.
Este último proceso, la termogénesis inducida por la dieta, se realiza a través del sistema nervioso simpático, donde un grupo de moléculas, conocidas como receptores beta-adrenérgicos (betaARs), actúan sobre tejidos que tienen la capacidad de quemar la grasa para prevenir su acumulación.
Según Eric Bachman, el científico que dirigió el estudio, la transformación tiene lugar principalmente en el tejido adiposo marrón, que recibe este nombre por la coloración que presenta.
Ambos investigadores indicaron además que el tejido muscular vinculado al esqueleto, que consume calorías durante el ejercicio, también podría ser relevante.
Con el fin de comprobar si el proceso es o no responsable de la eliminación de la grasa sobrante, los investigadores crearon un grupo de ratones genéticamente modificados para que carecieran de los receptores betaARs.
Durante un período de ocho semanas los dividieron en grupos para ser alimentados de modo diferente, unos con una dieta convencional para ratones y otros con una dieta enriquecida con grasas y azúcares.
En cada grupo de dietas pusieron también ratones normales, con el fin de que sirvieran para comparar los resultados.
Entre los que recibieron una dieta convencional, los ratones que carecían de los receptores betaARs comenzaron a mostrar una ligera obesidad, aunque las diferencias no fueron muy notables con respecto a los ratones normales.
Sin embargo, en el grupo sometido a una dieta rica en calorías, las diferencias fueron espectaculares.
Cuando interferimos con el sistema nervioso simpático retirando los receptores beta adrenérgicos, los ratones alimentados con una dieta rica en calorías crecieron masivamente obesos, explicó Lowell. Cada uno de estos ratones ganó 26 gramos.
Los ratones de la dieta rica en calorías a los que no se les habían retirado los receptores, ganaron peso, pero en mucha menor medida que los que carecían de ellos. Estos ratones ganaron 7 gramos.
Estos resultados indican que no solo los receptores beta adrenérgicos son necesarios para mantener la quema de calorías sobrantes a través de la termogénesis, sino que este proceso tiene un papel importante para prevenir la obesidad.
Lowell y Bachman consideran que este estudio puede ayudar a identificar y entender las mutaciones que conducen a la obesidad y, posiblemente, ayudar a encontrar medicamentos que la prevengan.
