PARODIA.

Cantando quiero decirte

Hace bastantes años las canciones de moda se me colaban fácilmente por los oídos y sin ningún esfuerzo de mi parte se prendían a mi memoria. Hoy mis neuronas casi no se ocupan de almacenar las canciones actuales, tal vez porque pocas les resultan atractivas y, porque en el proceso natural de la vida, otros intereses desplazaron la entretenida ocupación de andar con la oreja musical alerta.

El hit parade de escándalos de las últimas dos semanas, me recordó a una amiga que tiene la costumbre de contestar siempre con las líneas de alguna canción. Si usted dice que hace calor, ella canta "Cuando calienta el sol"; si le dice que va a llover, contesta: "Parece que va a llover, el cielo se está nublando" y créame, que no falla una, para todo encuentra la canción apropiada.

Fue por mi peculiar amiga que recordé la canción del grupo Los Sirex, "Si yo tuviera una escoba", atinadísima para los durodólares, las donaciones de Taiwan, las exoneraciones de autos, el fraude en las exoneraciones de impuestos de inmuebles, los faltantes en fondos electorales, falsificaciones en la AMOACSS, etc.

La pegajosa canción de la escoba, que seguramente recuerdan mis contemporáneos, dice: "Si yo tuviera una escoba cuántas cosas barrería primero lo que haría yo, primero barrería el dinero que es la causa y el motivo !ay! de tanto desespero.

Segundo, lo que haría yo, segundo barrería bien profundo todas cuantas cosas sucias se ven por los bajos mundos". Al leer que la señora Ruby Moscoso dijo que sólo tiene deudas y cuatro dolares con 70 centavos en el banco, se me ocurrió que bien se le podría cantar, "No, no y no, no te lo voy a creer"; también recordé a La Lupe cantando con su inconfundible estilo, "Según tu punto de vista, yo soy la mala", muy apropiada para que Doña Ruby se la cante al contralor Kuzniecky; y apropiada del gobierno taiwanés para Doña Ruby: "Usted es la culpable de todas mis angustias", porque con lo de las donaciones la imagen de los "generosos" taiwaneses no ha quedado muy bien parada que digamos. Y como anillo al dedo, del repertorio de Peret, la rumba catalana, que dice: "Todos queremos más... el que tiene diez quiere tener cien..." Y conste, que no es pecaminoso desear tener más dinero. Lo censurable es que se obtenga tirando al basurero la honestidad y los principios éticos; desconociendo que todo lo que se roba se le quita al prójimo.

Las exoneraciones de autos aparecen cíclicamente en el candelero de los escándalos. ¿Por qué? La respuesta es simple: porque el sistema está diseñado para seguir favoreciendo ese tipo de corrupción. Porque la impunidad favoreció a los que en gobiernos pasados utilizaron esa práctica sin que se les castigara; por tanto, razonan los diputados de hoy, ¿por qué no vamos a hacerlo nosotros? A eso se reduce todo: a la impunidad.

Y ese razonamiento alcanza a todos los que participan en esta cadena de corrupción: vendedores, distribuidores, compradores y políticos. Lo mismo sucederá con las donaciones extranjeras; si se siguen manejando como lo hicieron la Fundación Mar del Sur y la primera dama, Ruby Moscoso, sin control o supervisión de la Contraloría (Weeden se lavó las manos, como Poncio Pilato y cantó, "si algo pasó, yo no estaba ahí"), nada impedirá que continúe la práctica y ¡con lo que no nos cuesta, hagamos fiesta! ¿No parece extraño que durante tantos años los funcionarios robaban parte del peaje recaudado en la autopista sin que las autoridades lo supieran? La majadera mosca de la suspicacia me dice que se sabía, pero que la repartición de esa piñata diaria alcanzaba para todos, para los de abajo y para los de arriba. Sólo así se entiende que nunca se pensara en implantar un mecanismo moderno y automatizado para la recepción del dinero. Otro sistema diseñado para favorecer la corrupción.

Si la primera vez que el diputado Rogelio Alba fue pillado contrabandeando el delito se hubiera hecho público y se le hubiera sancionado severamente, ¿lo hubiera vuelto a hacer? Posiblemente sí; no es raro que a algunos el poder les altere su percepción de la realidad, haciéndolos sentir omnipotentes, intocables. Empero, exponerlo públicamente, como se ha hecho ahora sienta un buen ejemplo. Aún así, la coraza protectora de un reglamento que prácticamente imposibilita despojar de la curul a los diputados, le permitirá a Alba, y a otros, seguir disfrutando de los privilegios que les concede el cargo. Otro sistema diseñado para la corrupción. Los escándalos que están de moda (sin olvidar los casi momificados como el hundimiento del HP-1430, la casa de Punta Mala, los helicópteros que compró el ministro Arnulfo Escalona, etc.) son viejos en el calendario de las bribonadas; este gobierno los heredó y sería imperdonable que los dejara en el limbo de la impunidad, el mejor abono para la corrupción.

La paradoja, a mi juicio, es que esa sociedad que dice escandalizarse por tanta corrupción es la misma que estimula la idolatría del dinero, el culto al consumismo y a la ostentación; la que para medir usa la regla del "cuánto tienes, cuánto vales". En fin, que según mi amiga la cantante, del gobierno dependerá que no le cantemos a coro: "Que le den candela".


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