Hoy día se requieren las normas ISO 9001, 14001, 20001 y OSHAS, entre otras, porque garantizan la calidad de un bien o servicio, mediante controles exhaustivos para asegurar que todos los procesos involucrados en su fabricación o provisión operen según las características previstas. La normalización es el punto de partida en toda estrategia de calidad, así como para la posterior certificación de la compañía.
El éxito de las normas ISO 9001 se puede apreciar en la evolución del número de certificados expedidos en todo el mundo. A comienzos de 1995 se habían emitido cerca de 100 mil, y a fines del año 2000 ya eran más de 400 mil otorgados en más de 150 países.
En la medida que existan empresas que no hayan sido certificadas, la norma constituye una diferenciación en el mercado. Sin embargo, con el tiempo se transformará en algo habitual y se discriminará a las no certificadas. Esto ya ocurre en países desarrollados en los que los departamentos encargados de abastecer a las grandes corporaciones exigen la norma a todos sus proveedores.
En vista de que vivimos en un mundo “globalizado y de conocimiento”, un sistema de gestión de la calidad crea las pautas para la toma de decisiones con base a esas características. Lo que ayuda a lograr consensos entre las partes interesadas y, sobre todo, aumenta el éxito de las compañías, mediante la disminución de los costos por fallas (costos ocultos) y las pérdidas por roces.
Lo primero que deben hacer las organizaciones que procuran mejorar su desempeño, es implantar un sistema de gestión de la calidad enfocado en el cliente, en el liderazgo, la participación del personal, los procesos, la gestión basada en sistemas, el mejoramiento continuo, la toma de decisiones con base a hechos y una relación de mutuo beneficio con el proveedor.
No es una sorpresa que en Panamá se registre un aumento sostenido en el número de empresas certificadas por las normas ISO, pues sus directivos saben que para los consumidores su aplicación es garantía de calidad, seguridad y fiabilidad de los bienes y servicios que reciben, y que pueden contribuir a mejorar la calidad de vida en general asegurando que el transporte, la maquinaria, los alimentos, los medicamentos y los instrumentos que utilizamos y consumimos son seguros y sanos.
Las normas internacionales también repercuten de forma positiva en el planeta que habitamos, porque procuran la preservación de la calidad del aire, el agua y el suelo, además minimizan las emisiones de gases y la radiación, lo que permite contribuir al esfuerzo de conservar el medioambiente.
Las ISO desarrollan solo aquellas normas para las que hay una exigencia de mercado. El trabajo es realizado por expertos de los sectores industriales, técnicos y de negocios que piden su aplicación. Estos expertos pueden unirse a otros con conocimientos relevantes, como representantes de agencias de gobierno, organizaciones de consumidores, academias, laboratorios de pruebas y, en general, con pares internacionales en sus propios campos.
A las empresas encaminadas en obtener la certificación ISO, o bien, a las que ya la tienen les aguarda, a corto y mediano plazo, un desempeño repleto del disfrute de ventajas competitivas y comparativas y, a largo plazo, el logro de su crecimiento sostenible.
