EDUCACIÓN.

‘Chirulí Chi-Chá…’

Recuerdo una canción infantil que me enseñaran en la clase de música de primaria. Tenía dos estrofas y la primera decía: "Es la tierra china/un bello país/pero no se entiende/lo que se habla allí…". Aquella canción tan intrascendente, quedó grabada en algún lugar de mi disco duro cerebral que no ha sido alterado por la gran cantidad de tonterías que nos obligan a aprendernos durante la vida y que no nos servirán para absolutamente nada.

Un clásico ejemplo es la "raíz cuadrada". Honestamente, no tengo la menor idea de para qué me enseñaron aquella forma tan complicada de hacer un cálculo matemático inútil. Hoy en día, todo ser humano normal (o anormal) presiona un pequeño botoncito de la calculadora donde hay dibujada una "uve con alero" y obtiene, como por arte de magia, el valor exacto (con 10 decimales) que si multiplicamos por sí mismo, da el numerito que originalmente escribimos en la pantallita. Así de simple. No puedo olvidar el terror que me provocaba ver cómo dos de mis compañeros (Ito y Beto) se regocijaban con ojos casi lujuriosos ante aquellos garabatos que dominaban con una habilidad que a mí me causaba una mezcla entre pánico y envidia. Hoy, ambos son exitosos ingenieros y posiblemente yo sea médico gracias a la fobia profunda que me provocó aquella tortura a la que me sometieron durante mi más tierna infancia…

Pero… volvamos a la canción. La recordé cuando leí en un artículo de opinión en La Prensa, firmado por Ramón Morales Quijano el 29 de diciembre (ojalá fuera unainocentada) que comentaba la aprobación en primer debate en nuestra "honorable" (las comillas y la hache minúscula no son un error) Asamblea Nacional donde se dispone que la enseñanza delmandarín será obligatoria en todos los colegios públicos y privados de Panamá. Honestamente, lo leí varias veces para estar seguro de que había entendido bien y la verdad estaba todo muy claro. Ahora, nuestros estudiantes, al salir de la secundaria serán "trilingües" pues hablarán español, inglés y mandarín. Lo que más me ilusionó fue que, a este paso, mis bisnietos, dentro de unos 50 años, seguramente se graduarán sabiendo también hindi, japonés, brasileño (que no es igual al portugués), indonesio, ruso, paquistaní, nigeriano y lo que supongo se llamará "bangladeshí". Así, mi descendencia podrá hablar con los habitantes de los países más poblados del mundo… No se si eso sirva para algo pero será muy elegante escribirlo en el currículum.

Pero ¿cómo no se nos pudo ocurrir antes?... lograríamos entrar al libro de récords Guinness como el país obligatoriamente más políglota del mundo. Nuestra fuerza laboral sería la más codiciada del mundo y, si los panameños decidieran dedicarse a traductores, pues simplemente nadie podrá competir contra un panameño (aunque sea analfabeto en todo lo demás).

Lo que yo me pregunto inocentemente es si a ninguno de estos genios que deambulan rebuznando por los pasillos del Palacio Legislativo no se le habrá pasado por el sesera que, antes de enseñar ningún otro idioma, sería conveniente que nuestros estudiantes aprendieran, al menos, a usar el español. Sí, el español (o castellano como le llaman los fanáticos de las autonomías en la madre patria). El mismo que nuestra constitución considera el "idioma oficial" de la república y que, por lógica, deberíamosdominar antes de preocuparnos por aprender otras lenguas. Y no me refiero al uso de modismos o expresiones propias de todas las lenguas del mundo. Porque, si queremos reconocer a un panameño en cualquier país del mundo, tenemos que darle un susto y si contesta con la expresión insignia de nuestro país: "ch… madre", pues no hay duda que debe haber tomado agua del Chagres en algún momento de su existencia.

Actualmente, el dominio del idioma oficial de nuestro país es, cuando menos, deprimente. Hasta hay profesores que cometen faltas ortográficas y de redacción apoteósicas. Y esto se da a todos los niveles que es lo más preocupante. Como ejemplo puedo mencionar el catálogo navideño de uno de los múltiples almacenes de objetos electrónicos (el que organiza festivales cada vez que pagan décimo-tercero), donde se anunciaba (a ver si no me da una apoplejía al escribir esto), que vendían máquinas de afeitar de tres "cabesas…" Sí, tres "cabesas…" y eso, estaba escrito tres veces en la misma página, en letras grandes blancas sobre fondo azul y debió ser visto por, al menos, el diseñador gráfico, la agencia de publicidad, la imprenta y muy posiblemente, el dueño del almacén.

Eso en cuanto a lo escrito. Pero si queremos aprender cómo no debe hablar un ser humano, nada le llega a la experiencia de poner durante un rato el canal de cable donde se transmiten las sesiones de nuestra augusta cámara legislativa, o un noticiero donde entrevisten a un político. Salvo muy contadas excepciones, nuestros diputados (conozco a alguien que les llama "dipu–tarados") y políticos se expresan con un vocabulario más o menos equivalente al de un niño en edad pre–escolar. El uso de muletillas como "definitivamente", "¿de acuerdo?", "¿tu ves?", "¿me explico?" y tantos otros que ahora no recuerdo, es para escribir un tratado de limitaciones lingüísticas. Como escuchara hace muchos años, el "idioma panameño" se estructura alrededor de seis palabras básicas: vaina, bicho, cosa, cuestión, pendejada y jeringa…

Y eso si hablamos del lenguaje… pero también sería conveniente que nuestros estudiantes aprendieran matemáticas, ciencias naturales, historia, geografía, física, química, o materias humanísticas que desarrollen la capacidad de pensar como filosofía, lógica o literatura, antes de andar aprendiendo uno de los múltiples idiomas que se habla en China. Y que conste que no tengo nada contra los habitantes de aquel país, pero me parece que en materia educativa tenemos muchas carencias elementales como para que algo justifique que nuestros diputados anden proponiendo idioteces.

Bueno… para terminar solo resta decir que no debe extrañarnos que, finalmente, terminen aprobando la ley que hace obligatorio el aprendizaje del mandarín o cualquier otra cosa innecesaria, que sea inmediatamente sancionada por el Presidente y "plomulgada" (para ir practicando) en la Gaceta Oficial para que tal vez (qué malpensado soy), alguien se gane una comisión en la venta de los libros y diccionarios que serán necesarios para implementar la ley.

Ah… la canción terminaba así… "Chirulí se dice/para saludar/y pedir frijoles/Chirulí chichá/ Chirulí chichá…".


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