¿En qué consiste el gran secreto? En que Jesús estuvo unido a María Magdalena, quien estaba embarazada cuando Cristo fue crucificado. Los descendientes de aquel niño supuestamente aún sobreviven y se mantienen de forma anónima protegidos por El Priorato de Sión, que es también el guardián de la verdadera fe en Jesús y María Magdalena, basada en la teoría del "sagrado femenino". La novela por tanto, consiste en una carrera por encontrar el Santo Grial, pero en vez de buscar el cáliz de la Ultima Cena, lo que se busca son los restos de la Magdalena, ya que el grial era su vientre. ¿Me siguen? Esperen, que no han leído nada...
Nuestra pareja de protagonistas, al más puro estilo de Indiana Jones y con iguales sobresaltos y velocidad, comenzarán una carrera en la que la Iglesia católica es su rival, representada en la figura de un monje albino y asesino, que recibe indicaciones de un obispo y de un misterioso maestro. Correrán detrás de las pistas codificadas que el abuelo de Sophie fue dejando. Es un gran rompecabezas que les llevará desde los bancos de Zurich a la iglesia del Santo Sepulcro, y de la abadía de Westminster a las pinturas de Leonardo Da Vinci. La participación de Da Vinci consiste en que plasmó su devoción al Santo Grial Femenino en la representación de la Ultima Cena, en la cual el personaje de la derecha de Jesús no es el apóstol San Juan -como todos los cristianos sabemos-, sino María Magdalena, su compañera.
Muy pocas cosas de este entramado son propiamente originales. La mayoría de ellas son fantasías conocidas de leyendas y el resto son remiendos de ridículas y gastadas teorías esotéricas y gnósticas. Y me apuesto lo que quiera a que usted tampoco sabía que el secreto de que la divinidad de Jesucristo fue un invento del emperador Constantino para apuntalar su poder; pues "hasta aquel momento de la historia -escribe el propio autor de la novela-, Jesús era visto por sus discípulos como un profeta mortal, un poderoso y un gran hombre, pero un hombre nada más. Un mortal".
Sus excéntricas conjeturas se mezclan con hechos e investigaciones chapuceras: según él, los Juegos Olímpicos de la antigüedad se celebraban en honor de Zeus, y no de Afrodita; los Caballeros Templarios, que supuestamente son los guardianes del "secreto" de la Magdalena, no construyeron las catedrales de su tiempo, sino que lo hicieron los obispos europeos.
El odio al catolicismo impregna todo el libro, pero los peores ataques los recibe el Opus Dei, prelatura personal de la Iglesia católica aprobada por Juan Pablo II. Un "monje" del Opus Dei (asombrosamente, el autor no comprende que esa organización no tiene monjes) es un asesino, que mata para impedir que el "secreto" de la Magdalena salga a la luz pública. La novela sitúa a Leonardo Da Vinci como uno de los integrantes de la sociedad secreta que esconde sus claves en tres de sus cuadros más conocidos: La Gioconda, la Virgen de las Rocas y La Ultima Cena. Por otra parte resulta ridículo presentar a un Papa que arroja al río Tíber en Roma las cenizas de los templarios que él ha exterminado.... justo en la época en que el papado sufría el destierro en Avignon, Francia.
En El Código Da Vinci se puede hablar de una extremista visión feminista de la fe cristiana y católica. Los rituales que él relata son fruto de una mezcolanza de varios cuentos imaginarios. Así como para los cristianos del mundo la eucaristía es la culminación del rito regular que celebramos para reafirmar nuestra fe, esta novela de ficción grosera lo reemplaza por un ritual que reafirma el supuesto secreto de la relación de Cristo con la Magdalena: en la ceremonia se fornica sobre la mesa del altar...
Si usted alguna vez ha considerado la posibilidad de que el Santo Grial buscado por los caballeros del rey Arturo es el vientre de la Magdalena, entonces El Código Da Vinci es su libro. Si su imaginación nunca le ha inquietado en este sentido, lo mejor es olvidar la novela. Seguramente a usted se le habrá caído de las manos este libro de 454 páginas cuando su autor le relate su último descubrimiento: bajo la enorme pirámide de cristal del patio del Louvre -o sea, donde empieza la trama del libro pues allí asesinan al abuelo de Sophie-, se hallan los huesos de la supuesta mujer de Jesús.
No es que tienda al grado cero de escritura. Ni que sea aburrido; es prolijo donde no debiera, torpe en las descripciones y en la introducción de datos sobre ese misterio en torno al Santo Grial, Leonardo y el Opus Dei. Tampoco es problema que repita esos datos en páginas contiguas para que hasta un hipotético "lector muy tonto" llegue a asimilarlos. Ni que escamotee ciertos fundamentos de la trama hasta que resulten útiles y entonces se les haga aparecer del modo más burdo. Ni importa que las frases sean bobas, y bobas sean también las deducciones de unos protagonistas de quienes se nos comunica, pero no se nos describe, su inmensa inteligencia.
En fin, se puede perdonar todo, lo que no se puede perdonar es que esta novela se promocione, y no solo por los canales publicitarios convencionales, sino como un producto de cierto valor. No puedo dejar de felicitar a las editoriales de todo el mundo que en su día rechazaron su publicación y ahora no se arrepienten. Es la demostración de un resto de dignidad no solo en el mundo editorial, sino en el sistema mercantil.