El Diccionario de la Real Academia española, nos define la coima como sinónimo de soborno, que es corromper a alguien con dádivas para conseguir de él algo. Sin duda alguna es una de las prácticas más usadas en las instituciones públicas, lo cual afecta el desarrollo y el fortalecimiento de nuestras instituciones. Una de las principales causas que mueven a muchos funcionarios públicos a esta mala praxis es la falta de una cultura política seria, debido a que en ocasiones su influencia política los hace creerse dueños absolutos de la institución en la que trabajan.
La coima y los sobornos no solo están dentro del servidor público, sino que en muchas ocasiones vienen del mismo particular, que conociendo de antemano que su solicitud no reúne los requisitos legales ofrece dádivas para que el servidor público como se diría como buen panameño "se haga de la vista gorda". En otras ocasiones es el mismo servidor público que al ver la solicitud del particular, le indica... lo que debe hacer.
Lamentablemente nunca ha existido una política nacional para combatir este flagelo, que puede ser una de las principales causas por las cuales no hemos crecido como país, quizás porque nuestros gobernantes cuando asumen el control del gobierno no se interesan por nuestras instituciones sino por su beneficio personal.
El primer paso para erradicar este mal, deber ser el de revisar la estructura del personal gubernamental, el grado de escolaridad de nuestros servidores públicos tomando en consideración el servicio o al sector al que están asignados, debido a que existen funciones sensitivas en el servicio público donde el funcionario debe tener una buena preparación académica y un alto grado de ética y civismo. En segundo lugar es necesario establecer una política de sueldos y ascensos. Y en tercer lugar garantizar la estabilidad laboral y eliminar esas presiones políticas de parte de algunos particulares que amenazan al servidor público. Si revisamos estos aspectos y le buscamos una pronta solución, podremos tener un mejor país.
