Cuquita Martínez rezó para que su padre y su madre volvieran a juntarse; rogó por que todos pudieran vivir en La Habana o en Santa Clara (su pueblo), en una misma casa, como una familia. Rezó diez credos para que su madre dejara el teatro, para que su padre consiguiera un trabajo mejor. Deseó que a su hermano se le quitara el asma y la mariconería, que el otro hermano poliomielítico recuperara la movilidad de la pierna enferma, que su hermana saliera bien de la operación de un quiste en el cerebro, que a su madrina se le aliviaran los flemones de las muelas, que el mulato blanconazo se redimiera y dejara en paz a su hermano. Ella, Cuquita Martínez, rezó Padres Nuestros, Ave Marías y decenas de Credos por el bienestar de los suyos hasta el día en que partió de Santa Clara para La Habana.
La Habana de los años 60, es donde la escritora cubana Zoé Valdés transporta al lector. Es la época del mambo y el chachachá, cuando en la sala de baile del Montmartre, Cuquita Martínez, el personaje principal de Te di la vida entera , conoce al hombre de quien se enamora y le dedica el bolero que lleva el mismo nombre que la novela de Valdés.
Te di la vida entera fue finalista del Premio Planeta 1996. Su trama retrata con una prosa cruda la felicidad agridulce de Cuquita o la niña Cuca, como la llamaban sus amigas la Puchunga y la Mechunga. Las dos mujeres que le enseñaron aquella noche en el Montmartre, como era la vida en La Habana.
Las luces rojas del Montmartre y el perfume de su acompañante, embriagaron a Cuquita enseguida, y no imaginó que también por él rezaría decenas de Credos.
A través de esta historia Zoé Valdés, muestra la idiosincrasia y el particular humor que acompaña al cubano hasta en la adversidad.
La conmovedora novela escudriña los sentimientos de Cuquita, quien no solo seguirá dando la vida entera por el hombre con el que bailó su primer bolero, sino que lo hará por su hija también.

