LA HABANA, Cuba. -Compay Segundo, leyenda del son cubano que falleció el lunes en La Habana, disfrutó de una segunda juventud cuando a los 90 años de edad se lanzó a recorrer el mundo vestido, como siempre, con un impecable traje y sombrero y cantando su inolvidable Chan Chan.
Francisco Repilado, su verdadero nombre, nació en 1907 en el pueblo de Siboney, a pocos kilómetros de Santiago de Cuba.
Hasta pocos meses antes de su muerte siguió dando conciertos en el extranjero, disfrutando de esa gloria tardía con la energía y el entusiasmo de quien lleva toda la vida esperándola y cumpliendo su promesa de no retirarse jamás ni del son ni de las mujeres.
Con la picardía y el sentido del humor que no perdió nunca, presumía de haber tenido en sus brazos a más de 50 mujeres y de estar tratando de tener otro hijo.
"Las flores de la vida le llegan a todo el mundo, lo que hay es que estar atentos para no perderlas. Las mías me llegaron pasados los 90 años", dijo en una oportunidad en una entrevista, sosteniendo en la mano uno de los cigarros habanos que aseguraba haber fumado desde que tenía cinco años.
Pero no pudo cumplir su sueño de cumplir 116 años, edad a la que murió su abuela, para entonces "pedir una prórroga". Compay falleció la madrugada del lunes en su casa de La Habana víctima de insuficiencia renal.
Además de su Chan Chan y otras canciones, Compay se hizo famoso por su optimismo vital y por su filosofía de vida, que no se cansaba de repetir por todo el mundo.
"Para llegar a viejo hay que hacer de todo pero con moderación", aseguraba, afirmando que el secreto de la longevidad es "cuidarse del hastío". "En vez de comerme un pollo entero pido sólo un cuarto. Así no me atraganto".
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