WASHINGTON, D.C. - En un desayuno, ayer, con empresarios estadounidenses, el vicepresidente Dominador Kaiser Bazán dio por hecho que Panamá sufrirá un derrame del problema colombiano, y dijo que Estados Unidos tendrá que apoyar al país con mayores recursos de equipo y adiestramiento.
En la parte principal de su charla, organizada por el Consejo Empresarial Estados Unidos-Panama (USPA), Bazán destacó que acababa de celebrar unas reuniones en Nueva York en las que Donald Trump, empresario multimillonario conocido por sus hoteles y casinos, había mostrado interés en el proyecto Gehry y en las oportunidades de inversión en Amador. También señaló que Panamá apoya la integración económica del hemisferio, siempre y cuando las economías pequeñas y débiles -como la de Panamá- tengan un trato distinto al de las economías grandes y poderosas.
Hay que acomodarse a las realidades de las distintas naciones, afirmó Bazán.
Respondiendo a una pregunta sobre el conflicto colombiano, el vicepresidente opinó que mientras existió al menos la posibilidad de que el conflicto interno colombiano se resolviera por medio de un tratado de paz, a Panamá sólo le había correspondido contener su frontera. Dada la limitación de recursos, creo que Panamá hizo eso bastante bien, opinó Bazán.
Pero al encenderse las batallas de los últimos días, yo asumo un derrame del problema colombiano a todos los países vecinos, agregó Bazán. Para contener eso, observó, Panamá necesitará más recursos...y necesitaremos trabajar más estrechamente que antes con Estados Unidos.
Sin embargo, la solución no es remilitarizar Panamá, advirtió el vicepresidente, quien es graduado de la academia militar de West Point. No quiero un ejército en Panamá, porque ellos traicionaron los valores que yo aprendí en la academia, puntualizó.
En Panamá, mientras tanto, Alfredo Castillero Hoyos, director de Política Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, opinó ayer que Panamá debe responder de manera seria, pero no con alarma a la crisis colombiana.
Un alarmismo injustificado o una sobrerreacción por parte de la población, comentó Castillero a La Prensa, podría traer consecuencias lamentables, como acciones xenofóbicas, un retorno al militarismo, o socavar la soberanía nacional.

