ALCANCES

Corruptos, corruptores, corrompidos

Hoy quiero referirme a un tema que está en boca de todo el mundo. Quiero hablar de la corrupción que ha tomado en la actualidad especial relieve, sobre todo a raíz de la comprobación, en países extranjeros, de vastas redes de negociados en los que han sido piezas claves personas “investidas de autoridad” o colocadas en cargos públicos, las que se han valido de su poder e influencias para favorecer intereses no limpios y ganancias ilegítimas.

Los hechos que ha reseñado la prensa han sucedido en países en que abunda el dinero, pero ¿no es seguro que en naciones más pobres no exista el flagelo de la corrupción? La corrupción se ampara en el silencio, en manipulaciones reservadas que procuran no dejar rastro. Una vez que alguien ha cedido a las insinuaciones de la corrupción, adquiere tejado de vidrio y se ve en la necesidad de guardar silencio y de aceptar, mal que le pese, un status de complicidad: quien se ha dejado corromper vivirá condicionado por el temor de que su situación sea conocida y de perder su fama.

En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua se leen las siguientes acepciones al respecto: “Corromper: alterar y trastrocar la forma de alguna cosa. Echar a perder, depravar, dañar, podrir, sobornar o cohechar al juez o a cualquier persona, con dádivas o de otra manera. Pervertir o seducir a una mujer. Estragar, viciar, pervertir. Oler mal”. “Corrupto: dañado, perverso, torcido”. “Corruptela: mala costumbre o abuso, especialmente los introducidos contra la ley”. “Corruptor: que corrompe”.

Como se ve, el horizonte de las acepciones castellanas de la palabra corromper es también muy amplio. En todo caso se trata generalmente de una situación moralmente reprochable, negativa e indeseable. En especial se puede subrayar el significado de “podrir”, que equivale a lo contrario a la vida, lo putrefacto. Es precisamente lo que sucede a una sociedad en que la corrupción se generaliza.

Como se ve, el concepto de corrupción es muy amplio. Se habla en forma general de la corrupción de las costumbres y esa calificación abarca muchas formas de actuación que destruyen la integridad moral del hombre. Aquí se restringirá esta reflexión a las formas de corrupción que tienen su origen en dádivas ofrecidas y aceptadas de modo incorrecto, con vistas a obtener decisiones favorables a los intereses de quien corrompe.

¿Qué hacer? Tener una formación moral sólida, fundada en principios firmes y no sólo en conveniencias, la transparencia en el manejo de los recursos de la sociedad, a todos sus niveles (las aguas corrompidas no son transparentes), la sanción justa de quien o quienes son sorprendidos en actos de corrupción, tanto de los corruptores como de los que se dejan corromper, cualquiera sea el nivel de su cargo o autoridad. Pocas cosas son más desalentadoras que la impunidad de los corruptos, impunidad que es ella misma una forma sutil de corrupción.


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