Para Ivonne, trabajar con barro es divertido, porque es como masilla, solo que no se seca, y sirve para moldear, para crear, cuenta la elocuente niña.
Y es que, como dice el profesor Eberardo Santana quien dicta el curso de verano en este Centro los niños tienen una facilidad de creatividad... hay que enseñarle al niño lo divertido que es ser niño, jugar con el barro preparado y que sepa que puede moldearlo y hacer lo que le dé la mente.
Santana dice que en sus clases de cerámica los niños que van desde los 6 años hasta la adolescencia confeccionan muñecos, alcancías y otros objetos didácticos.
Pero el término de clase es relativo en este lugar; para él, lo importante es lo que el niño haga, que se sienta cómodo y que aprendan el proceso, más que darles un patrón.
Aquí los niños hacen todo, yo solo los dirijo en lo que hay que hacer, y cuando tienen preguntas, los ayudo, cuenta. El sí les explica el porqué de la cerámica, el cómo y con qué se hace, pero hasta allí llega su rol como guía; es la creatividad del niño la que cuenta.
Analissa Williams, directora del Centro (que es una dependencia del Ministerio de Educación), explica que es bueno que los niños trabajen con arcilla porque no se trabaja en base a moldes, sino que cada niño crea su propia pieza... tratamos de que aumenten su imaginación, asegura.
Las obras que cada niño cree en los cursos de verano en este centro estarán en exhibición el próximo 25 de febrero. Veremos cosas que no pensábamos que los niños podrían hacer, sostiene Williams.
A María Cristina Arias, de 8 años, le ha servido ir a estas clases, cuenta su abuela, Migdalia Endara.
El año pasado abuela y nieta decidieron hacer algo juntas, y escogieron cerámica (en las clases también hay adultos). Este año decidieron regresar. La abuela es de la opinión que María Cristina y su hermana menor, que también va con ellas, han desarrollado mucho el instinto creativo, hacen cosas que no se me hubieran ocurrido, y se han divertido y a la vez han aprendido. Sin olvidar, claro, que las niñas están fascinadas de estar en el mismo salón que su abuela.
Hasta ahora, María Cristina dice que le gusta porque puedo hacer lo que yo quiero con la arcilla. Su creación que más le ha gustado es una bailarina que hice yo solita, cuenta, y que pintó de celeste, blanco, chocolate y rosado.
Ella no duda en afirmar que esta es solo una obra entre las que piensa crear del barro con sus propias manos y usando su imaginación.
El Centro de Arte y Cultura, ubicado en la Calle 41 Bella Vista (entre la Avenida Cuba y la Justo Arosemena), ofrece durante el verano, a un costo de 20 dólares al mes, cursos de dibujo y pintura, creatividad infantil, cerámica, guitarra, movimiento creativo y desarrollo personal.

