LONDRES, Inglaterra. La supermodelo somalí Waris Dirie tenía cinco años cuando una anciana le mutiló el clítoris con una navaja oxidada y luego le cosió las heridas con cuerda de tripa de gato y espinas.
Ahora la beldad de fama internacional cuyo rostro ha adornado innumerables tapas de revistas ha dado la espalda a su lucrativa carrera para encabezar una campaña contra la práctica centenaria de la mutilación genital femenina que la dejó con cicatrices de por vida.
Es difícil decir qué me habría pasado si no me hubieran mutilado. Eso es parte de lo que soy, no sé nada más, dijo Dirie a Reuters en una reciente visita a Londres para hablar sobre su trabajo como embajadora de la salud de Naciones Unidas.
Con jeans, una llamativa camiseta y una gorra de terciopelo color púrpura sobre sus rebeldes rizos, Dirie es el retrato mismo de una joven urbana a la que le gusta andar a la moda. Pero la modelo dice que el glamour es sólo superficial porque su alma estará siempre en el desierto de Somalia.
La joven dice que tuvo una infancia dura pero feliz, llevando una paupérrima existencia bajo el sol abrasador, en una tierra donde los camellos y las cabras son siempre mejor considerados que las mujeres.
Pero su expresivo rostro se oscurece cuando habla sobre el ritual de la circuncisión, realizado en las condiciones más primitivas, que casi la mata.
Sentí que me estaban desollando, escuchaba la cuchilla cortándome la piel. La sensación era indescriptible. La piedra estaba empapada de sangre, como si se hubiera matado a un animal allí, agregó.