Aún cuando se le puede calificar como un hombre de letras, y como un investigador de la Historia nacional, Julio Belisario Sosa destacó fundamentalmente como un periodista excepcional.
Al hacer un inventario de sus obras podemos identificar la novela Tú sola en mi vida, que alcanzó inicialmente una gran aceptación, y cuyo tema de carácter histórico se desarrolla en los inicios del siglo XIX, cuando gobernaba en el país el dictador coronel Juan Eligio Alzuru.
De manera posterior editó La india dormida, una obra casi desconocida.
En cuanto a sus trabajos de carácter histórico debemos referirnos a la biografía de José Agustín Arango, un interesante esfuerzo de investigación, en el que utilizó documentos y fuentes. En este, Sosa se preocupó fundamentalmente por exaltar la personalidad de este prócer de la independencia, por su honorabilidad, su decencia y su modestia.
De Arango, Julio B. Sosa nos dice que "la vida pública de José Agustín Arango es la de un hombre consagrado al trabajo, sin grandes ostentaciones. No fue un héroe de guerra, donde mezclar su nombre con la sangre de los muertos y la pólvora de los fusiles. Ni luchó su intelecto en luchas sectarias y debates parlamentarios. El fanatismo no logró empujarlo a la cima tormentosa de los políticos".
Sin embargo -y como nos dice el propio Sosa- Arango jamás vaciló ante sus responsabilidades, como lo demostró durante los sucesos de noviembre de 1903.
En el año de 1943 Julio B. Sosa empezó a publicar un periódico que tituló Crítica . Era un periódico único en su especie, que denunciaba el proceder irrespetuoso y desconocedor de la ley de Ricardo Adolfo de la Guardia, jefe del Estado.
Antes de que ningún político se pronunciase sobre el tema, Sosa inició una campaña para demandar la convocatoria de una Convención Nacional Constituyente, que debía reemplazar la Constitución de 1941, y permitir normalizar la situación jurídica de un presidente de facto , que desconociendo toda norma legal insistía en permanecer en el poder.
De los efectos que tuvo este periódico en la comunidad, nos dice José Guillermo Batalla. "Con el rico arsenal de sus acerbas críticas y punzantes censuras, estremeció a menudo la soberbia de quienes gobernaban el país. En esos momentos de desorientación en que las mayorías se mantenían indiferentes a la suerte de la patria, su idealismo contagiante, como un verdadero apóstol de la juventud, empezó a señalar con energía a los políticos demagogos".
Otro tanto nos señala Juan Antonio Susto a la hora de su deceso, que ocurrió en julio de 1946. Al exaltar las virtudes ciudadanas de Julio B. Sosa lo presenta como un ejemplo para nuestra juventud. "Un hombre obra de sí mismo; íntegro e independiente; amante de la libertad, sin más amo que su propia conciencia, en todo momento amante de la verdad y de la justicia".
