El diagnóstico del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, Estados Unidos, fue definitivo: Segovia Rodríguez y su hija Idis Ivette murieron de rabia selvática. Ellas residían en la comunidad Juan Demóstenes Arosemena, corregimiento de Nuevo San Juan, en Colón, una zona cercana a las cuevas de murciélagos.
Alerta sanitaria
El fallecimiento de Segovia e Idis puso en alerta epidemiológica a las autoridades del Ministerio de Salud, las que procedieron, junto a las de Desarrollo Agropecuario, a vacunar a personas, perros, gatos, ganado y otros animales residentes en zonas endémicas como Chilibre, Panamá Este, La Chorrera, algunos sitios de la Carretera Panamericana, Darién y David.
La acción de las autoridades se debió a que en los humanos la mordida de un murciélago hematófago infestado produce rabia, la cual es una enfermedad mortal que ataca en forma rápida y progresiva el sistema nervioso.
Esta enfermedad ocasiona una sensación de adormecimiento de las extremidades, afecta los nervios, dificultad la respiración y es de alta letalidad, explicó el director general de Salud, Esteban Morales.
El hombre es responsable
¿Por qué atacan los murciélagos? Oneida Calderón, médica veterinaria de la Oficina de Sanidad Animal del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), señala que la devastación de nuestros bosques y selvas para convertirlas en comunidades y potreros ha provocado que los hematófagos aumenten en su número y se vean en la necesidad de atacar rebaños y hasta a los humanos por falta de un ecosistema capaz de mantenerlos lejos de nosotros.
Amenaza voladora
Los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de volar. Representan un 25% de todas las especies de mamíferos existentes. Hay alrededor de mil especies diferentes. En Panamá se han clasificado unas 120 y entre estas existen tres neotropicales de la familia Desmodidae, las cuales se alimentan exclusivamente de sangre; dos que son atraídas por la sangre de aves y una por la de mamíferos mayores. Estas representan solo el 2.5% del total de los hematófagos que existen en Panamá. Estudios realizados por el MIDA, indican que el 1% de la población de estos murciélagos está infectada de rabia.
Los hematófagos, indicó Cárdenas, son muy sociables, viven y cazan en grupos.
Son muy diferentes a los demás murciélagos y se caracterizan porque no tienen hoja nasal ni rabo. Son animales de color café, pesan aproximadamente 40 gramos, no son muy grandes, tienen el dedo pulgar bien desarrollado y son los únicos capaces de caminar.
Un viejo mal, la rabia
La rabia es una enfermedad que se produce en algunos animales y se transmite por mordedura a otros o al hombre, al inocularse el virus por la saliva o baba del animal rabioso.
La llamada rabia urbana (de perros y gatos) se erradicó en nuestro país desde 1972. Sin embargo, señala Cárdenas, la rabia selvática (de murciélagos) que ataca principalmente bovinos y equinos, continúa en ascenso y es conocida en nuestro medio hace más de 500 años, pero apareció sobre la tierra tres mil años antes de Cristo.
Más de 36 mil víctimas
La Organización Mundial de la Salud indicó que para 1992 habían fallecido más de 36 mil personas en todo el mundo a causa de la rabia. En Panamá, en la década de 1970 se registraron dos casos de rabia en personas de nacionalidad colombiana, luego de haber incursionado en tierras darienitas en busca de oro, donde fueron mordidas por vampiros.
En 1980 y 1995 se registraron dos casos más. Los últimos tres ocurrieron el pasado mes de agosto, en Colón, en una misma familia, siendo víctimas fatales madre e hija.
Sea precavido
El Ministerio de Salud recomienda a la población evitar los lugares donde hay actividad de murciélagos o animales salvajes.
Cuando presente síntomas arriba descritos, se deberá acudir inmediatamente al centro de salud más cercano para que el médico determine si ha sido una mordida riesgosa.
Si el paciente es vacunado a tiempo, la persona tiene la probabilidad de no desarrollar los síntomas de la rabia.
Formas de control
Hoy día, uno de los métodos más eficaces de control es el uso de una crema anticoagulante vampiricida, que se aplica directamente sobre los murciélagos o bien en el cuerpo del ganado, sobre las áreas en que ha sido mordido.
No obstante, este método necesita de la asesoría de técnicos para la correcta identificación y manipulación de los murciélagos.
