Honestamente, esta semana no tenía muy claro de qué escribir. Mi decisión estaba entre tres temas: el primero, la discusión sobre los beneficios de ser hijo de "papi y mami". Curiosamente, en Panamá algunos deberían poner un par de casetas de peaje entre el cerebro y la lengua antes de sacarla a pasear. Sobre todo, cuando quien dice esta expresión es alguien que, si no fuera por ser hijo de quien es, nunca hubiera llegado a donde está hoy.
Estaban también los "conflictos de interés" que alegan algunos maleantes para lograr que todos nos quedemos calladitos ante sus desmanes y desfalcos. Si vamos a eso, las quiebras fraudulentas deberían ser tema vedado a todos los habitantes de Panamá. De una u otra forma, todos tenemos "conflicto" en algo que nos afectó cuando descaradamente algunos empresarios (¿o presidiarios?) utilizaron sus influencias para desvalijar el sistema financiero del país. Esto redujo los rendimientos de planes de jubilación, intereses bancarios o incluso, en el peor de los casos, hizo que muchos panameños perdieran los ahorros de toda su vida. Todo gracias a la sinvergüenzura de la que hicieron alarde quienes ahora pretenden quedar sin castigo alguno.
Por último, la flagrante homofobia del Ministerio de Gobierno al pretender prohibir a los homosexuales ser policías. Francamente, no entiendo cómo la preferencia sexual de alguien vaya a influir en la eficiencia o no que pueda tener al cumplir con su función profesional. Afortunadamente, el director de la Policía ha demostrado un criterio mucho más equilibrado y ha dicho que no pretende convertir la sexualidad en un criterio de admisión. Basado en estas fobias contra quienes tienen ciertas preferencias, no nos extrañe que dentro de poco, prohíban ser funcionarios a los vegetarianos, porque son diferentes a la mayoría.
Mientras estaba en la disyuntiva sobre el tema de hoy, nuestra Asamblea Nacional, en combinación con un interesante reportaje de La Prensa, me han puesto la columna en bandeja de plata. El título de hoy es la expresión que emitieran nuestros preclaros padres de la patria (que insisto le dan un matiz especial al concepto de orfandad), ante el evidente descaro del periódico por hacer públicas las ligeras discrepancias existentes entre sus hojas de vida y los archivos académicos de los centros universitarios donde supuestamente estudiaron. Cuando leí la expresión, corrí al diccionario para ver si el término tenía alguna acepción diferente a la que yo comprendía. Hay dos acepciones:
1. Deslustrar, ofender la opinión o fama de alguien y 2. Injuriar. La verdad, la palabrita no significa nada diferente a lo que yo pensaba. Dándole vueltas al asunto, supongo que cuando dijeron esto se referían a lo "denigrante" que es para el país tener dictando nuestras leyes a una bola de mentirosos (sorpresa ¿no?) que falsean cosas tan demostrables como sus títulos. Eso sí, para no variar, las excusas y explicaciones que han dado algunos son dignas de una película de Cantinflas. Una "madre de la patria", ante la pregunta de La Prensa, contestó simplemente con "quítelo porque eso no me hace ni más ni menos" (señora: si la hace más mentirosa). Otros confesaron haber "cursado estudios" pero que nunca se graduaron o que solo les faltó la tesis. Si bien esto puede ser cierto, lo curioso es que, hasta donde yo entendía, en un currículum deben ponerse los títulos obtenidos y no los lugares donde se fue una temporada. Basado en eso, pues tendré que poner en el mío que estuve en la Universidad Complutense de Madrid, pues pasé una vez a saludar a un amigo que era profesor allí. Otro de nuestros tracaleros de profesión, ante la insistencia de los periodistas dado que había comenzado varias carreras y no había terminado ninguna, se limitó a decir ¡pongan lo que quieran! (y olé… agrego yo). Ahora, el colmo de todos fue uno que alegó tener una licenciatura de una universidad que no cuenta con la carrera que aparece en su currículum.
Lo increíble es que alguien falsee información no necesaria para ocupar un cargo. Para ser diputado no es requisito tener educación superior (cuando se les escucha hablar se pensaría que el requisito es no tener educación y punto). Uno de ellos dijo que no tendría título universitario pero que si tiene uno "del conocimiento más profundo de la solidaridad humana". Entiendo yo que para ser diputado hay que tener conocimiento de cómo hacer leyes, lo que se consigue con sentido común, capacidad de análisis y respeto a los derechos de los ciudadanos. Le sugeriría a estos señores que con ese mismo "conocimiento de la solidaridad humana" aprovechen para ingresar a un Club de Leones o a un Club Rotario (para 20-30 ya no califican) pero que ahora sí "por solidaridad humana" no busquen la reelección.
Y dejo claro que no encuentro nada malo en que alguien sin formación académica superior pueda triunfar en la vida. De hecho, en mi familia el primero que tuvo un título universitario fui yo y no por eso ni mis padres ni mis abuelos tuvieron obstáculos para ser personas decentes y respetadas en el ambiente donde se desenvolvieron profesionalmente. Creo debe ser un orgullo poder decir que "he llegado hasta aquí sin un título universitario", lo que habla de méritos, capacidad y carácter mucho más que ningún diploma.
Pero… ¿a quién engaña esta gente? Solamente hay que oírlos hablar durante lo que llaman "período de incidencias" (un rato donde les permiten abrir el intestino –digo, el cerebro– dejando salir lo primero que encuentren dentro) para percatarse de su envidiable profundidad intelectual y académica. Salvo contadas excepciones, da pena ver a los diputados panameños cuando tratan de hablar sobre temas nacionales. Con esta gente allí, no debe sorprendernos que aprueben leyes tan absurdas como la del mes de las sagradas escrituras, que intenten pasar mamotretos como aquel que pretendía que solo se usaran libros escolares made in Panamá, que mantengan sus descaradas exoneraciones y prebendas aunque se les critique o que pretendan reinstituir las partidas circuitales para hacer politiquería con nuestros impuestos.
Cuando pensamos en esa Asamblea –que supuestamente nos representa – sí se aplicaría entonces el término: ¡Denigrante..!