El pueblo panameño está vigorosamente a favor de la desmilitarización de Panamá después de unos 26 años de narcodictadura. Por dicha razón fui uno de los primeros columnistas que ha estado observando y comentando las palabras y acciones del presidente Torrijos desde que nombró como jefe de la Policía a un banquero, pero que estudió milicia, creo que en West Point. Con mayor razón lo estoy haciendo, ya que a finales de la administración pasada nuestro Servicio Marítimo Nacional participó en ejercicios navales junto con fuerzas militares navales de otros países americanos, incluyendo a Estados Unidos.
Desde que nombró al jefe de policía, sin que mediara interrogante alguna, ha estado anunciando en distintas ocasiones que en un futuro el jefe de la Policía Nacional (PN) o será un militar o, para dorar la píldora, en una instancia habló de escogerlo de entre los comisionados de carrera que ahora trabajan en la PN.
Luego se divulgaron nombramientos en el cuerpo diplomático que incluirían a varios ex oficiales de las Fuerzas de Defensa. En fin, las especulaciones se hicieron realidad y varios de estos oficiales han sido nombrados. En La Prensa, 6/10/04, primera plana, se publicó un artículo cuyo autor es Julio Alfaro con el título "Militares tienen derecho a trabajar: Torrijos". Según el escrito "...el mandatario criticó a quienes lo han censurado por aceptar que un militar ocupe un cargo público dentro de su administración. Usando el tono más enérgico de sus últimas declaraciones públicas, Torrijos señaló que la época en que los uniformados eran vistos con recelo ‘ha sido superada".
Lo que llama la atención es que nadie sostiene que quien perteneció a las Fuerzas de Defensa ha perdido el derecho a trabajar. Lo intrigante es que pareciera que la desmilitarización está en la cuerda floja y es de conocimiento general que esa fue una medida acordada por la experiencia desastrosa que sufrió el país bajo el gobierno de los militares. Panamá decidió emular a Costa Rica. Pero los hechos señalados, es verdad que han llevado a muchos a decir –me incluyo– que hijo de tigre nace rayado.
Aunque no parezca relacionado, no podemos pasar por alto que la política del Coloso está concediendo preeminencia a la guerra preventiva, como la que inició contra Irak. ¡Horror! La invasión a Panamá también se ha denominado preventiva, a pesar de que todos sabemos que las Fuerzas de Defensa fueron amamantadas por los militares norteños. Y ahora la gran cruzada es la guerra contra el terrorismo, con lo cual estoy totalmente de acuerdo después de la barbárica masacre del 11 de septiembre de 2001 en las torres gemelas.
Sin embargo, a mí me preocupa que sutilmente se militarice nuestro país por influencia de los norteños o, por otra parte, de los adictos a las autocracias que ya pululan en nuestra América. Todos conocemos a quiénes les cabe este sombrero.
En fin, opino que los que luchamos contra la narcodictadura también debemos llevar a cabo nuestra propia guerra preventiva para que no vuelva a surgir un dictador, sea del norte, perdón, de derecha o de izquierda. Me pregunto si los jóvenes y mujeres que le dieron un triunfo sólido a Martín en las pasadas elecciones se han detenido a observar, analizar, lo que aquí expongo, y si su voto fue para que se rescinda la desmilitarización o se implante una militarización bajo cuerda.
Algunos pensarán que estoy paranoico o que estoy buscándole la quinta pata al gato. Mis ideas y percepciones las acabo de poner en blanco y negro porque todo ciudadano consciente debe estar vigilante para prevenir que surjan males que podrían estar ocultos. Por lo pronto espero oír opiniones de los jóvenes y mujeres citados en el anterior párrafo. Mientras tanto, la luna de miel sigue igual, con la diferencia que el liderazgo más enérgico que se ha observado en los escasos 50 días del presente gobierno, se ha revelado en este asunto milico que debería ocupar un puesto distante en las acciones y la retórica de la luna de miel.
