Jamás pensé que un artículo que envié a los medios de comunicación hace unas semanas defendiendo al director de la Policía por intentar eliminar la discriminación en esa institución iba a desencadenar tantos comentarios respecto al tema de la homosexualidad. La mayoría de estos comentarios han sido superficiales y vacuos, con algunas honorables excepciones, como algunos comentarios sobre este tema por monseñor Ulloa y unas ideas expresadas con mucha madurez y equilibrio por parte de Teresita Yániz de Arias.
Otras, sin embargo, me llamaron la atención por características casi totalmente opuestas a las ideas de Yániz de Arias. Me refiero específicamente a las largas y estridentes diatribas por parte de la psicóloga Geraldine Emiliani contra los homosexuales. Unos ejemplos demostrarán lo que digo. Emiliani asocia los homosexuales con ladrones, asesinos y con un comportamiento de "peligrosidad social" que los lleva a "las perversiones sexuales más monstruosas". También sugiere que el homosexual es "un corruptor de menores, un esclavo de las pasiones más bajas y "un acumulador de sensaciones placenteras, cuyo fin es colmar su ansia de satisfacciones". Los insultos de Emiliani, como ya lo han indicado algunos, "rozan en el delirio", por no decir que la señora pareciese que estuviera plenamente delirando.
Sin embargo, Emiliani, como es su costumbre en sus habituales insultos a los homosexuales, no presenta nada que pueda asemejarse a algún tipo de argumento o razonamiento para sustentar sus insultos tan agresivos y sus conclusiones tan catastróficas.
¿Qué puede decirse de esta explosión tan estridente de epítetos emotivos, vituperios e insultos? Aquí no cabe intentar refutar la sarta de sandeces que menciona pues una refutación implica que por lo menos hay un simulacro de racionalidad en sus palabras, algo que es totalmente inexistente.
La larga cadena de vituperios de Emiliani contra la homosexualidad solo puede ser superada por su asombrosa ignorancia, ya que parece ignorar que la Organización Mundial de la Salud, la Asociación Médica Norteamericana y las Sociedades de Psiquiatría y Sicología de Estados Unidos han eliminado la homosexualidad de la lista de trastornos de salud mental que ella asocia con la homosexualidad… Ignorancia inexcusable, ya que estos datos señalados muy atinadamente por Teresita Yániz de Arias son conocidos por personas con un mínimo de educación psicológica.
Es cierto que Emiliani parece decirnos que tiene una línea directa con Dios, pues nos señala que los homosexuales no obedecen "lo que está objetivamente ordenado por Dios". Lamentablemente la mayoría de los pobres mortales no está privilegiada con esa conexión divina y no puede seguirla en esa dirección. ¿Qué podemos decir entonces? En nuestra modesta opinión lo único que puede recomendarse para aplacar la ira de Emiliani es sugerirle que piense con el cerebro y no con las vísceras, y, también, que lea las sabias palabras del famoso filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, quien escribió en una de sus obras más famosas que "cuando se desconoce lo que se habla, mejor es callar".
