En el Congreso de Arquitectura celebrado en el mes de mayo, un distinguido y veterano arquitecto de Singapur, un país con un clima similar al de Panamá, nos mostró, en espectaculares videos, los nuevos edificios que están construyendo en su país. Se trata de edificios "verdes", llamados así por llevar numerosos maceteros desde donde cuelgan hermosas plantas que refrescan el ambiente y protegen del ingreso directo del sol y evitan el acceso de calor a los ambientes interiores, para disminuir dramáticamente los costos del acondicionamiento de aire.
En Panamá, por el contrario están de moda los edificios "rojos", aquellos que por su diseño de enormes paños de vidrio fijo y mayor altura, se calientan en forma insoportable, tal como lo hace el sol de mediodía, a un auto dejado a la intemperie por horas. Recomiendo a los compradores seducidos por ese tipo de diseño, consultar con técnicos en aires acondicionados, cuál será el costo mensual por enfriar sus espacios.
Antes diseñábamos edificios con paredes de bloques, de un costo tres o hasta cinco veces menor que el vidrio, con amplios aleros protectores que proyectaban sombra, ventanas de persianas horizontales de vidrio o de madera o ventanas tipo "tolda", de grandes persianas de vidrio, controladas por una sola manija, que se abren hasta quedar horizontales o entreabiertas para proteger del ingreso de lluvia. Entraba aire pero poco sol, por tanto menos calor.
Si deseábamos enfriar el espacio, cerrábamos las ventanas y encendíamos el acondicionador. Hoy únicamente vemos ventanas corredizas que solo podemos dejar cerradas al salir, por miedo a la lluvia, produciéndonos excesivos calores interiores. ¡Pero es que es la moda de Miami!
Otro consejo a los futuros compradores: busquen asesoría de arquitectos de experiencia.
Hay demasiadas cosas que revisar. No es lo mismo un gran ventanal por donde entra el sol de la mañana, que el sol de la tarde, ese que añade mucho más calor.
Hoy hay muchas empresas constructoras y no todas supervisan adecuadamente el trabajo de todos los obreros.
A esto se agrega el hecho de que pocos compradores contratan inspectores que verifiquen el trabajo que se realiza o, si la obra ya está realizada, a arquitectos que reciban la unidad adquirida y revisen el funcionamiento de todos los equipos.
En la inspección que hice con mis socios a Prados del Este, dos días después de las inundaciones, encontramos en las casas recién empezadas, que el material de las paredes exteriores era el mismo de las paredes interiores, muy inferior al especificado.
En los últimos tiempos, al efectuar inspecciones de viviendas muy costosas, encontramos trabajos muy defectuosos en viviendas con valores de doscientos mil balboas y hasta de más de cuatrocientos mil.
Viviendas muy costosas se construyen sin ninguna inspección de parte del dueño, inspecciones absolutamente necesarias, ya que no es cierto que, como creen algunos ilusos, las autoridades vigilan la calidad de los trabajos.
Nuestros obreros no sienten el menor orgullo del trabajo que hacen, salvo contados artesanos, generalmente extranjeros.
Abramos los ojos, que las casas propias no se cambian todos los años. Se asume que deben ser para toda nuestra vida y que, al morir, le debe quedar a nuestros hijos.
No confiemos ciegamente en los demás. Los problemas de la construcción ahora serán todos suyos.
