Cuando entré a la Casa de Empeños de los Sucesores de Manuel Jaén la más antigua de Panamá inmediatamente me transporté al pasado. La fachada, los muebles y hasta el olor me hicieron sentir nostalgia aunque nunca antes la había visitado. Y mientras la Titi Valdés, propietaria del negocio, me contaba su historia, no pude evitar asombrarme con el hecho de que todavía existiera, en el mismo lugar, una casa de empeños que abrió sus puertas en la Calle 11 de Santa Ana...¡hace más de 140 años!
Lo impresionante es que, en cierta forma, pareciera que el negocio se hubiera congelado en el tiempo. Por ejemplo, algunos artefactos modernos que son necesarios en un negocio, todavía no se utilizan.Aquí no hay computadoras, no tengo idea cómo se manejan cuenta Valdés, quien creció en la casa de empeños que perteneció originalmente al esposo de su tía abuela, Manuel Jaén.
Pero no solo esto, sino que además pareciera que algunos elementos del capitalismo moderno hubieran pasado desapercibidos, empezando por la relación cliente-patrón.
Digo esto porque como en los tiempos de antes (y no los de ahora), hay una relación de cariño, confianza y respeto entre Valdés y sus clientes. Para mí, mis clientes son queridos. Yo los conozco desde sus abuelas, cuenta Valdés. Algunos vienen de lugares tan alejados como San Miguelito, no porque les conviene, sino porque siempre han empeñado allí. Cuando vienen aquí me dicen: 'A mi me gusta venir porque me decía mi abuela que ella empeñaba aquí' , cuenta Valdés.
La relación que tiene Valdés con sus clientes es tan cercana que muchas veces ella se convierte en su amiga. Por ejemplo, hace poco una muchacha que ha sido clienta por 15 años le contó a Valdés de los difíciles problemas económicos que estaba teniendo y de lo triste que estaba porque iba a perder unas prendas heredadas de su abuela. Valdés, por ser la muchacha una clienta tan fiel y honesta, le dijo que no debía pagar los intereses de ahora en adelante y le prometió guardarle las prendas. ¿En qué negocio moderno puede uno encontrarse con algo parecido?
Otra prueba de cuán fieles son los clientes fue la forma como se comportaron durante la invasión de 1989. Durante el saqueo, a Valdés no le robaron ni una prenda, gracias a que la gente que vivía a su alrededor le cuidó su negocio.
Valdés cuenta que desde principios de siglo su tía abuela (Flor de Cordovez, segunda esposa de Manuel Jaén), quien heredó el negocio y lo manejó con su hermana, vivía en la misma calle y sus vecinos eran sus clientes. Y aunque las cosas han cambiado, le ha tocado a su nieta atender a sus clientes como a sus vecinos.
Valdés también conserva algunos objetos antiguos de la casa. Por ejemplo, tiene un letrero que está en inglés y francés para atender a los extranjeros que vinieron para la construcción del canal. También está la bóveda que tiene miles de cajones de caoba, que todavía se conservan, y la misma puerta de seguridad.
Además sigue en contacto con las empleadas de su abuelas. (Mis abuelas) tuvieron excelentes empleadas que formaron parte de la familia a tal punto que todavía las tenemos con nosotras, cuenta Valdés.
La Casa de Empeño de los Sucesores de Manuel Jaén es un tesoro de la historia panameña. Existía incluso antes que Panamá fuera República. Y aunque Titi Valdés diga que ahora todo es diferente, sus clientes saben que ella los trata igual que lo hicieron sus abuelas hace muchísimos años.

