Eran pasajeros japoneses del crucero Peace Boat. Este crucero promueve la paz y el desarrollo sostenible alrededor del mundo. Todas las giras que se vendieron eran exclusivamente ecológicas. Aunque el Canal de Panamá es usualmente parte de los temas que los guías comentamos en las giras, esta vez, el interés por la octava maravilla del mundo pasó a segundo plano. Los visitantes querían aprender de las plantas y animales de los bosques tropicales, querían ver manglares y flores coloridas.
La salida de la ciudad de Colón fue sumamente lenta. Aparentemente los arreglos de la carretera Panamá – Colón tomarán tanto tiempo como le tomó a Estados Unidos construir la isla de Manzanillo y la vía del ferrocarril (hace 150 años). La excusa que siempre damos los guías es que como llueve tanto, las carreteras se dañan a menudo. Obviamente para un ciudadano de un país desarrollado como Japón, esta excusa no es aceptable. Japón sufre todos los años terremotos intensos, tsunamis gigantes y tifones y aunque pasan páramos, ellos han logrado construir para que sus infraestructuras resistan estos embates climáticos comunes en su geografía. No obstante, la carretera Panamá – Colón, emparchada, con desniveles peligrosos y algunos tramos de una sola vía hizo que nuestra salida del Muelle 6 de Cristóbal a Sabanitas fuera de casi 45 minutos debido al tranque vehicular.
El paisaje tampoco es muy bueno al ir saliendo de la ciudad, desde que se deja el área del Muelle 6 en Cristóbal es un espectáculo penoso. El desorden de los diablos rojos en la terminal de buses, cada uno tratando de salir primero sin ningún tipo de orden. Más adelante, después del ferrocarril, se ve un gran hueco con agua estancada, en donde hace dos años cortaron un manglar para la construcción de una supuesta terminal de buses. Aparentemente no han podido sacar toda el agua de aquí. De pronto tendrán más suerte ahora que venga la corriente de El Niño y Panamá sufra una larga sequía.
Saliendo de los Cuatro Altos, justo después de un extenso terreno que alberga gran cantidad de chatarra, se ve la desolación que dejó el corte de un hermoso bosque secundario que albergaba a un sinnúmero de monos perezosos y aves. Por doquier se ve basura tirada a la orilla de la calle. Inclusive de un vehículo 4 X 4 de lujo que iba delante de nosotros salieron de la ventana un par de latas de soda y servilletas.
El escenario cambió al llegar a la Forestal. De pronto se oscureció el día, ya que gracias a Dios en el Parque Nacional Soberanía, como zona protegida, no se permite la tala, y los altos árboles se interconectan en el dosel, dejando entrar poca luz del sol. Los pasajeros con amplias sonrisas y cara de sorpresa escuchaban con mucho interés las traducciones a mis comentarios acerca de los bosques tropicales. Desafortunadamente, los únicos monos perezosos que logramos ver durante esta gira, fueron dos que habían quedado arrollados en la orilla de esta carretera, la cual debería ser monitoreada por la Anam, ya que es imperdonable que en una carretera que atraviesa un parque, y que no es autopista, vayan conductores irresponsables a altas velocidades.
Una vez en nuestro destino (Gamboa), todos los que tenían cámara se volvieron a tomarle fotos a un árbol de papaya que yo les había señalado. Igual suerte corrieron las mariposas morpho azules y una gran iguana que fueron fotografiadas como si fueran los ricos y famosos de Hollywood. El show se lo robaron los tucanes aracari que, casi al finalizar la gira, pasaron en bandada encima de nuestras cabezas buscando su árbol favorito y se posaron en él permitiendo a los japoneses tomar todas las fotos sin problemas.
El camino de regreso a Cristóbal fue tan largo como el de ida, ya que era de noche y aunque no había tanto tráfico, faltaba algunas señalizaciones iluminadas para informar a los conductores de las vías cerradas. Por seguridad, el señor Arboleda, nuestro conductor, responsablemente, decidió ir un poco lento, aunque ya estábamos una hora tarde. Al regresar al puerto, los pasajeros nos dieron un gran aplauso y, aunque con hambre por la demora, se bajaron contentos y satisfechos, pues lograron ver algunos animales y plantas maravillosas de este paraíso tropical.
El turismo en sí es una industria importante, pero el Turismo Ecológico es indispensable en países como Panamá, en donde abundan bosques tropicales. Este tipo de turismo promueve el desarrollo sostenible y se concentra en áreas rurales, incrementado la calidad de vida de sus residentes .
No podemos seguir atrayendo turistas con conciencia conservacionista si seguimos con un descontrolado y "supuesto" desarrollo que trae descomunales tranques vehiculares, toneladas de basura, y extinción de bosques y animales. El Ipat debe incentivar el turismo ecológico y olvidarse del mal llamado Turismo Residencial, este último es simple bienes raíces. La Anam debe actuar como garante de nuestro patrimonio natural y no como compañía publicitaria de algunos promotores, la ACP debe invertir más en monitorear la cuenca hidrográfica en vez de gastarse millones de dólares en publicidad par la construcción del tercer juego de esclusas, el Mivi debe dejar de cambiar las zonificaciones para permitir que se tumbe más bosque para construcción de centros comerciales y edificios, y las alcaldías deben multar a todo aquel que tire basura en áreas públicas. El desarrollo no es positivo si no se toma en cuenta el medio ambiente.
