Panamá es un país del cual muchos panameños aún no hemos entendido sus bondades, y más específicamente, aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir nuestra política energética, por lo menos esa es la impresión que dan.
Trataré en este articulo, de ser lo más explicito posible para que tanto ellos, los políticos, como la mayoría de personas que leen este diario, comprendan las riquezas que Dios puso al servicio de este privilegiado istmo.
Dios "El gran arquitecto del universo", diseñó para Panamá una red hidráulica tan abundante entre ríos, riachuelos y quebradas, que ni siquiera se necesitan embalses para extraerles energía eléctrica. Por otro lado, tan solo esta extraordinaria red hidráulica natural y renovable, sería capaz de generar energía para por lo menos, unos cinco istmos más.
Pero como efectivamente, la energía hidráulica se ve mermada durante los intensos veranos, Dios nos dejo además, el tremendo poder de la energía eólica (energía del viento), que además es la segunda en abundancia y potencia (especialmente durante el verano), después de la energía hidráulica en nuestro país. Entre las dos hacen una hermosa y perfecta mancuerna, limpia, abundante, nacional, natural e inagotable.
Si usted observara un molino de viento en los meses de verano más intenso en Panamá (febrero, marzo, abril), como lo he observado yo por más de siete años, en mi finca y laboratorio eólico, se daría cuenta que durante esos meses el tiempo que se detiene solo podrían ser una docena de minutos (casi nada)... sin embargo, es cierto se detuvo unos cuantos minutos en tres meses, a eso lo llaman los detractores de energía eólica: la potencia sostenida.
Ellos argumentan que la potencia de esa máquina no fue sostenida, y tienen razón. El asunto es que ellos se olvidan que un parque o granja eólica (varios aerogeneradores) no está constituido por una sola máquina, sino por algunas docenas de ellas. Por lo tanto, no debe analizarse bajo la óptica de una máquina, sino de un conjunto de ellas, interconectadas a la red eléctrica nacional a través de diferentes regiones del país y de varias granjas o parques eólicos. Cuando en Panamá existan algunos cientos de aerogeneradores, repartidos en Colón, Azuero, Antón, la cordillera entre Chiriqui y Bocas, estos jamás se detendrían todos al mismo tiempo. En otras palabras, entre más parques eólicos con cientos de máquinas existan, la parada de una o varias docenas de máquinas, no será significatimente dramático.
Por otro lado, y sumamente importante: cada megawatt producido por la energía eólica, es un megawatt menos que una hidroeléctrica de embalse tendrá que generar, lo que conlleva a un equivalente de metros cúbicos de agua ahorrada en la represa. En otras palabras, con la interconexión de generadores eólicos, las grandes represas generadoras de electricidad se podrían ahorrar millones de metros cúbicos de agua. Administrando su embalse de esta forma (por reducción del caudal), estas hidroeléctricas podrían extender sus ciclos de operación a máxima carga por un periodo muchísimo mayor.
La política energética debe estar dirigida a estimular el inicio de estos parques eólicos de inmediato, y al establecimiento de más y más hidroeléctricas de filo o pasada (no necesitan embalse).
El gran arquitecto del universo, dotó a Panamá de un increíble potencial energético renovable. Nuestro país cuenta con el recurso natural para su independencia energética, lo que está por verse es si cuentan los directores de una política energética adecuada a nuestras necesidades y planes de nación con una visión clara de futuro.
