El título de este escrito reproduce un comentario que está muy de moda en estos días en relación con los subsidios que está otorgando el Gobierno nacional a algunos ciudadanos. Si bien estoy de acuerdo con este principio, en general, es importante analizar detalladamente su realidad actual, pues no se trata de subsidios indiscriminados para favorecer a cualquier vago.
¿A quiénes está destinando el gobierno actual estos subsidios? Casi que exclusivamente a dos grupos: Estudiantes y tercera edad. Iniciemos con los estudiantes: ¿No es precisamente “enseñarles a pescar” lo que se está haciendo con estos jóvenes escolares al otorgarles la Beca Universal, Ángel Guardián, computadoras, libros, mochilas, etc., y mejoramiento en el pensum curricular, y además, en el próximo gobierno la Beca Universitaria?
¿Existe alguna otra forma de “enseñarles a pescar” que no fuera mediante la educación? De hecho, hasta los críticos al programa confirman que la única forma de que puedan desarrollarse es mediante la educación. ¿Entonces?
Vamos ahora al segundo grupo, los de la tercera edad: El subsidio de 120 a los 70 es clarísimo que va dirigido a los ancianos. ¿Vamos, a estas alturas de su vida, a “enseñarles a pescar”, si la realidad es que casi ninguno de ellos está en capacidad de trabajar, porque ya sufren las carencias y dolencias de la vejez y pobre alimentación? Y ni aunque quisieran trabajar encontrarían quien los emplee.
De hecho, este subsidio les permitirá alimentarse mejor y evitar así otras enfermedades que también costarían dinero a los hospitales del Estado, pero ahora con la ventaja de que vivirán un poco más felices sus últimos días.
Al Panamá de hoy hasta lo podríamos catalogar como un país rico, porque el Estado cuenta con presupuestos multimillonarios y no hay razón en el mundo para que, por razones políticas, descuidemos a estos dos grupos sociales: los jóvenes y los ancianos, que son muy vulnerables.
De hecho, en ocasiones anteriores he afirmado que oponerse a estas “ayudas sociales” –más que meros subsidios– debe ser considerado una verdadera infamia, si es que seguimos las doctrinas de la Iglesia católica que “siente preferencia por los pobres”.
Muchos de los que se oponen a que se ayude a los pobres asisten a la iglesia con regularidad, pero de nada vale que se den golpes de pecho si en la vida no practican la misericordia y la caridad para con sus semejantes. Recordemos que: “No todo aquel que dice Señor, Señor, entrará al Reino de los Cielos”.
