Estoy desilusionado de todos los personajes navideños; empezando por Klaus, continuando con Nicolás, Nöel, el Abuelo Congelado de los rusos, Melchor, Gaspar, Baltasar y terminando con Swag man. Cada año le he pedido a uno de ellos y no han respondido a mis solicitudes. Y eso que mis pedidos no son muchos.
No quiero pensar que son políticos, aunque ellos no prometen nada.
Este año le he escrito a San Milkulás (con acento circunflejo al revés sobre la s) —un hombrecito alegre, vestido con un abrigo forrado de pieles, un gorro alto de piel de cordero y una caja a sus espaldas— hasta el centro de Europa, a la pequeña, siempre hermosa, República Checa.
Le escribí porque este es un santo muy particular. Siempre va acompañado de sus consejeros (sin honorarios): un ángel, que conoce todas las buenas obras y un diablo, que sabe sobre todas las travesuras de los niños.
Al llegar a cada una de las casas, San Mikulás (con el acento en la s) les pregunta a los niños cómo se portaron durante el año. Dependiendo de la respuesta y de los consejos de sus ayudantes, decide el regalo que recibirá el niño. A los que se portaron muy bien, San Mikulás les pide que le canten una canción o que le reciten una poesía y, finalmente, reciben su premio: pequeños regalitos, dulces y frutas y les aconseja que se sigan portando bien para que el diablo no tenga noticias de ellos.
Algunos, por el gran número de travesuras (fechorías) cometidas en el año reciben una piedra, un carbón, una rama o algún otro objeto del saco del diablo. A éstos les advierte que si se siguen portando mal no recibirán el próximo año ningún regalo.
No solamente le he escrito, sino que ya tramité la invitación a través de Migración donde me comprometo a correr con todos los gastos durante todo el año 2006, para que venga con muchos diablos y visiten la Asamblea de Diputados, la Corte Suprema de Justicia, los ministerios (sobre todo los de Trabajo, Economía y Finanzas, Obras Públicas y de la Presidencia), la Autoridad del Canal, el Ministerio Público, la PTJ, la Policía Nacional, el Servicio Marítimo Nacional, Aduanas, las corregidurías, etcétera.
Ya hablé con los estudiantes del BPU, FER 29, PAT, MJP (los que no se cubren con máscaras y sí estudian) para que no utilicen por estos días las piedras y las guarden para que se sumen a los diablos. ¡Qué banquete se van a dar!
La Yeya, sus ministra(o)s, embajadora(e)s y cónsules no crean que se van a salvar.
Cuando Mikulás (con el acento en la s) y sus diablos sepan que todas las diabluras de nuestra(o)s funcionaria(o)s del presente y del pasado son mayores que las de los verdaderos diablos, van a tener que pedir ayuda a los del Suntracs.
No quiero ni imaginarme lo que pasará cuando encuentren a los de CONATO y demás paganos de la Mesa del Diálogo. Como estos individuos están acostumbrados a pegar mentiras, dirán que se portaron bien. Pero para desgracia de ellos, no saben cantar y ni siquiera se saben la poesía Patria (tampoco creo que se sepan la letra de "Patria", de Rubén); entonces, sí que lloverán las piedras, palos y demás artefactos.
Los que se portaron bien, como Pelenchín, la Araña, el Loco, toda la Marea Roja, los peloteritos y peloteros, los ganadores de las olimpíadas de matemáticas y física, los que finalizaron sus estudios primarios, secundarios y universitarios, los que pasaron de grado o año, recibirán sus regalos; lo mismo que los buenos funcionarios, trabajadores y empresarios; a los inescrupulosos, que se los lleve el diablo.
Le pediré a Mikulás (…) que desde la ciudad de la eterna primavera, Praga, traiga dos regalos muy especiales. Uno para Ana Matilde y otro para Dani; que los motive y los saque de la timidez: dos grandes lucernas de cristal para que les alumbre hasta el último rincón y logren minimizar la corrupción.
Espero que en diciembre del próximo año no tenga que pedir nada.
Ahoj nov?jší (con acento circunflejo al revés sobre la e y la s).
(Hasta luego)
