Dentro del marco del Mes de la Etnia Negra, es necesario resaltar la lucha por la valoración y el respeto a las expresiones culturales. Más que un tributo simbólico, demanda cambios reales en el ser negro o afro en Panamá; nos referimos a la valoración y respeto cultural.
La historia registra infinidad de medidas dirigidas a la aculturación de la población afro, que van desde la adopción de una lengua distinta a la maternal, hasta la negación de prácticas culturales. Hecho que podemos denominar como exclusión cultural educativa y que apunta a invisibilizar las expresiones culturales de un grupo étnico en particular en el proceso de la dinámica educativa.
El tristemente célebre incidente “Usted no puede venir con ese peinado a la escuela” (La Prensa, 2/4/2012); pone de manifiesto los exabruptos institucionales en el marco de las expresiones culturales. ¿Por qué existe una subvaloración de las expresiones culturales afros en algunos sectores de la población panameña?; la dimensionalidad de la respuesta debe comenzar por el sistema educativo.
Es evidente que en algunos centros educativos (por no generalizar) la población afro confronta procesos de aculturación expresados en algunos casos en temores de autoidentificarse como tal. En el caso de las niñas y niños, no solo se viola el derecho de pertenecer a un grupo étnico determinado, también profundiza el proceso de negación a autodeterminarse como personas pertenecientes a la etnia negra.
Es imprescindible rescatar el principio de no discriminación, expreso en el Art. 30 de la Convención de los Derechos del Niño y la Niña. Negar las expresiones culturales de la población afro e indígena es una forma de violencia. Este principio va más allá de reconocer la existencia de los grupos étnicos en las cifras censales; es reconocer y valorar en la institucionalidad del Estado la diversidad cultural en toda su dimensión para el fortalecimiento de la identidad como panameños. Aun cuando existe, como avance, la formulación del plan de acción para la inclusión de la etnia negra a la sociedad panameña. Además de la instancia gubernamental encargada del monitoreo y evaluación de la situación de la población afro en Panamá, debemos ser persistentes en recomendar políticas públicas en la educación para preservar la enseñanza de la cultura afro en todos los niveles de enseñanza.
Es evidente que el proceso de autoidentificación étnica debe comenzar por el sistema educativo, está allí la clave de la negación de la población afro; el respeto a la cultura pasa por el derecho que tiene cada individuo a identificarse con el grupo étnico que considere. Negar la existencia en Panamá de una diversidad étnica es negarnos como país, y negar las expresiones culturales es racismo. Reeducar el sistema educativo panameño es deber ciudadano, un ciudadano consciente de sus derechos es indispensable; es el contrapeso necesario y el equilibrio para frenar las violaciones al ejercicio de nuestros derechos culturales.
