PALERMO, Italia (DPA). Seis años después de la espectacular apertura de la tumba de Federico II de Hohenstaufen (1194-1250) en Palermo, los expertos presentaron una investigación según la cual el emperador no fue envenenado tal como se creía hasta ahora.
No encontramos rastros de venenos como, por ejemplo, arsénico, dijo el experto italiano Guido Meli. Las manchas en el rostro de la momia son atribuibles más bien a una disentería que a una muerte por envenenamiento, dijo el científico al diario Il Messaggero de Roma.
El enorme sarcófago en la catedral de Palermo fue abierto a fines de 1998 por científicos italianos en una acción espectacular con ayuda de ingenieros alemanes.
Además de realizar pruebas de ADN se trataba sobre todo de determinar si el nieto de Federico Barbarroja realmente había sido envenenado.
El estadista, científico y poeta de orientación reformista es considerado una de las figuras más llamativas de la historia europea. Mediante una férrea oposición, convirtió a los papas en sus enemigos, por lo que estos lo excomulgaron como anticristo.
