I. Roberto Eisenmann, Jr. He celebrado el artículo de Aram Balwat Cisneros titulado El flautista. Pocas veces vemos en nuestro medio el género de la polémica elegante, mordaz y bien escrita. No creo conocer al autor pero es, obviamente, un hombre culto, con profundo conocimiento de la música y de pluma privilegiada.
He recibido su crítica como se debe recibir lo que viene de un buen polemista.
Para los que escribimos opinión, la aspiración máxima es que los lectores (presumiendo que los hay) piensen en el dilema planteado, analicen en forma crítica la opinión expresada y determinen la suya propia. A través de innumerables estudios serios, se ha comprobado que el periodismo de opinión casi nunca cambia lo que piensa el lector; lo que usualmente ocurre es que la opinión expresada en el artículo, verbalizada quizás en otra forma, puede reforzar la opinión que el lector tiene ya inconscientemente formada. El que dedica tiempo al periodismo de opinión normalmente lee mucho y lo hace para escribir; es decir, dedica mucho tiempo a informarse y a pensar en el tema, lo que es imposible para la mayoría de los lectores dedicados a sus mil quehaceres de la vida diaria. Así, los artículos de opinión amplían información y refuerzan los argumentos del lector, ya sea a favor o en contra. El periodismo de opinión casi nunca es protagonista; procura darle contexto a lo que otros hacen.
Por lo anterior, es casi que imposible que un periodista de opinión sea como escribe Balwat Cisneros comparable al flautista de Robert Browning. No conozco a panameño alguno que por la música de un artículo de opinión, la siga cual ratoncito hasta ahogarse en el mar. Esto, Sr. Balwat, exagera hasta el ridículo mi supuesto poder de convencimiento y autodenigra injustificadamente su propia inteligencia, ó lo que es más probable busca culpar a otro por lo que ahora Ud. considera fue su error de criterio político.
Ahora bien, veamos lo específico: un experto en música como Ud. tiene que procurar oír bien cada nota. Mis artículos simplemente procuran interpretar en contexto las realidades tal cual yo las veo. Así, sin ser político partidista, pronostiqué la victoria de Mireya Moscoso y ahora indico que, por coyunturas políticas un tanto sui generis, la potencial candidatura de Alberto Vallarino tiene una viabilidad que no tenía antes. No interprete en eso que hay recomendación, ni deseo de liderar. No descargue sobre este ciudadano lo que es su responsabilidad ciudadana. Ni Browning está presente, ni Panamá es Hamelin, ni es Ud. un ratoncito, ni soy yo flautista.
En cuanto a lo que Ud. califica de abandono por mi nueva vida en Coronado, quizás podamos conversar un día para que, enterado privadamente de mi realidad de hoy, se dé cuenta de lo injusta que fue esa parte de su escrito. Acepto que a mí se me puede acusar de muchas fallas en el transcurso de mi muy agitada vida, pero nunca de abandono. Siempre he procurado estar en la primera línea de riesgo en la batalla ciudadana (aun cuando nunca en la lucha partidaria por el poder).
Para concluir, mi respetado adversario polemista, le indico que su escrito termina liberándome de una enorme responsabilidad que me impuso (sin yo saberlo) de conducirlo a Ud. ciegamente, con la música de mis humildes opiniones. Ahora, la alternabilidad que siempre he recomendado para nuestra joven democracia podría permitirle si escoge descontar a Vallarino escuchar con renovado gusto las notas de el pueblo al poder. Alguien una vez escribió con cinismo: democracia es aquel sistema que nos permite elegir a la persona que odiaremos durante los próximos cinco años.
Yo, en vez de odiar, prefiero no importa quien salga electo (a) dedicarme a construir desde la ciudadanía activa, o lo que hoy se llama sociedad civil (entes privados dedicados a la agenda pública sin aspirar al poder público). En MiBanco por ejemplo, Ud. y yo hacemos precisamente eso.
Continúe escribiendo, Sr. Balwat, pues lo hace muy bien, y quien quita, a lo mejor otros escuchen la música de sus simpáticamente expresadas opiniones.
El autor es presidente de la Fundación Libertad Ciudadana