Juan Luis Batista jlbatista@prensa.com El periodista y escritor colombiano Germán Castro Caycedo volvió al país. Esta vez no entró por la frontera como en 1974, osadía profesional que le valió la retención de la policía.
Llegó al país invitado por el Centro Latinoamericano de Periodismo como conferencista en el primer foro regional sobre Acceso de la Información e Impacto en la Administración de Justicia que se realizó el pasado viernes en el Hotel Continental.
Tiene a su haber años de experiencia en este oficio de narrar, describir e informar sobre los hechos. Su trabajo ha sido reconocido con premios en diez ocasiones en su natal Colombia y en dos oportunidades por la comunidad internacional.
Y es que Castro Caycedo ha dedicado toda su vida al periodismo. Fue cronista general de El Tiempo de Bogotá durante una década y creó el programa televisivo Enviado Especial que marcó agenda y le dio carácter al periodismo televisivo en su país.
A su juicio, el periodismo colombiano tiene un gran problema. Y es que a los estudiantes se les enseña una ciencia llamada comunicación, que no tiene un carajo de periodismo.
Castro Caycedo, autor de trece libros de testimonio y una novela (Candelaria), ganó en 1999 el Premio Rodolfo Walsh, concedido a la mejor obra de no ficción publicada en España.
Nuestra realidad se lee como ficción. No hay nada que inventar, comentó durante la conversación con periodistas de La Prensa.
Precisamente esa es la realidad que cuenta en su último libro Con las manos en alto. El autor recorre el país para dejar que hablen las víctimas de esta guerra larga y vieja.
Luego de esta investigación, Caycedo se reitera en que la solución al conflicto armado que desangra Colombia por más de 40 años se dilata en el tiempo en la medida en que intereses extranjeros gravitan sobre nuestras ventajas geopolíticas y estratégicas.
A su juicio, el principal riesgo del periodismo sin tomar en cuenta los balazos contra los periodistas, de esos que nunca han faltado en Colombia es ser monotemático. Por ello propone no apartarse de las bases del periodismo, que son el equilibrio y la precisión.
Su periódico ideal es aquel que da las noticias de rigor (¿qué pasó), pero luego va más allá mediante géneros como la crónica y el reportaje (¿por qué y cómo).
Sin embargo, admite que esto último no es fácil, sobre todo porque el periodista se enfrenta hoy al hecho de que debe hacer diarismo en un ambiente que exige productividad para no desaparecer.

