SOCIEDAD

Gobernantes responsables: Edgardo Lasso Valdés

Hace pocos días, conversando con un buen amigo, muy activo en actividades políticas de nuestro país, este se lamentaba que obras de gran valor para el atractivo turístico se estaban dejando deteriorar por el simple hecho de haber sido construidas por gobiernos anteriores.

Le comentaba que para quienes no estamos activos en ningún partido político, esa situación nos preocupaba mucho más, pues si analizamos fríamente esos hechos, nos percatamos que pareciera ser que un alto porcentaje de los políticamente activos de nuestro país no tiene la inteligencia para comprender que las obras realizadas por gobiernos anteriores, a través de distintos funcionarios, se financiaron con dinero del Estado, por tanto, si las dejan deteriorar a propósito le están causando un gran merma a los fondos públicos que ellos están llamados a administrar con sapiencia y honestidad.

Las obras públicas se hacen realidad con el interés que los políticos de turno en el gobierno le pongan para dejarlas en beneficio del propio país y sus habitantes, y por supuesto que los costos se cargan al propio Estado beneficiario de las instalaciones.

Por lo tanto, si el gobierno de turno, a propósito, deja deteriorar las obras está causando un gran daño a la nación que ellos juraron administrar eficientemente, no a la gestión anterior, como algunos ignorantes pretenden justificar.

Le comentaba al amigo que ojalá alguna persona o grupo, político o no, encontrara la fórmula que yo le llamo mágica para convencer a todos los funcionarios en ejercicio -en las diferentes administraciones- que el país es de todos los que nacimos aquí y de los extranjeros que conviven en paz con nosotros, y no solo de los gobernantes de turno. Que gobernar es la obligación legal de quienes, a través de elecciones democráticas, logran el triunfo y se encargan de administrar por cierto período un país.

Administrar comprende buscar soluciones factibles a los diferentes problemas propios de todo país en desarrollo.

Salud, seguridad, viviendas adecuadas, instalaciones modernas y funcionales, carreteras, escuelas hospitales y centros de salud por todo el territorio nacional, así como un sistema de transporte moderno, eficiente y adecuado, es decir dedicar tiempo, esfuerzo, conocimiento y con plena honestidad. Que cada gobierno y todos sus funcionarios sean modelos a emular por las presentes y futuras generaciones.

Cuando un gobierno actúa con honestidad y desprendimiento en todos los actos públicos, el país y todos lo que convivimos seremos los orgullosos beneficiarios de la armonía y debido respeto por el derecho de todos y cada uno de los ciudadanos.

Solo los políticos honestos, cuando estén ejerciendo la administración del país, en su condición de gobernantes, nos pueden hacer sentir orgullosos de ser panameños.


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