CONTIENDAS PRESIDENCIALES

Gorjeos, insultos, groserías: J. Enrique Cáceres-Arrieta

Una de las acepciones de gorjear es “hacer quiebros con la voz en la garganta”. Gorjean o trinan algunos pájaros y también los usuarios de Twitter. Cuando un pájaro trina, su melodía es placentera. Su canto eleva el espíritu. El trinar del politicastro en Twitter es displacentero. Perturbación al alma. Promulgar y firmar pactos y leyes no es determinante para cambios conductuales. El problema no es normativo sino volitivo.

Abochornan ultrajes que la clase política expresa a través de los medios. Lo más reprensible es que el Presidente de la República caiga en eso. Hace semanas, opiné acerca de una bronca entre el presidente Ricardo Martinelli y un abogado. Se insultaron como ego herido quiso. Quedé perplejo. Mis palabras fueron: “Presidente, ocupe su lugar y respete al ciudadano. Ciudadano, respete al Presidente de la República”. Unos criticaron al Presidente y absolvieron al abogado. Otros condenaron al abogado y disculparon al Presidente. Los dos metieron la pata. Por sus funciones, sin embargo, al Presidente se le exige más.

Ingenuos hay que piensan que si arrojan piedras al avispero, las avispas no les picarán. Una acción provoca reacción. Una causa, un efecto. En ciencias naturales, la nada absoluta no produce nada. En ciencias humanas, por ejemplo, en psicología, es conocido que gran parte de las reacciones a críticas son desproporcionadas. Popularmente se asevera: “Se necesitan dos para pelear”. Falso. Algunos pelean solos. Sabemos cómo empiezan las discusiones, mas no cómo terminarán.

Es profundamente desagradable que el ciudadano Ricardo Martinelli se líe en contiendas ciudadanas. Alega que es su estilo. Aunque lo fuese, Ricardo Alberto Martinelli Berrocal no es un ciudadano más. Es el Presidente de la República. El ciudadano Ricardo Martinelli debe ser consciente que no se representa a sí mismo. Antes de ser Presidente, era un ciudadano más. Sus actos, decisiones y palabras repercutían solo en su círculo familiar y profesional. Desde que llegó al Palacio de las Garzas, todo lo que ejecute o no, diga o escriba beneficia o perjudica a la nación en y fuera de nuestras fronteras.

Desde que llegó a la Presidencia, el ciudadano Ricardo Alberto Martinelli Berrocal ha confundido realidades creyendo que los medios y los que lo critican son detractores. Debe tenerlos. Pero no es el norte del periodismo serio que es mayoría. El Presidente llama a La Prensa, por ejemplo, “diario de la oposición”. No ha comprendido el papel fiscalizador y de atalaya de La Prensa en particular, y del periodismo en general. Presidente, se objetan actos y palabras salidos del marco constitucional, legal, moral, ético.

Reiteradas han sido las polémicas del Presidente. Se ha quitado la banda presidencial para fajarse como ciudadano de la calle que irrespeta ciudadanos, políticos, medios, periodistas, ¡mujeres! Si tal actitud y conducta son reprochables en un ciudadano, ¿serán menos en el Presidente de la República? Constitucional y legalmente, el Presidente debe cumplir deberes como ciudadano y servidor público. Martinelli y el próximo huésped del Palacio de las Garzas, insisto, deben comprender que no son ciudadanos más. Están obligados a actuar, hablar y escribir con respeto y tolerancia. En el sistema presidencialista, el Presidente es la cabeza política del país. Si anda al garete, corremos serio peligro. Prosperidad y estabilidad económicas van de la mano de la seguridad jurídico-política. El capital nacional o extranjero es susceptible a fugas ante amenazas reales o ficticias.

Como ciudadano que es Martinelli, y si fuese su amigo de confianza, bien podría dirigirme a él privadamente así: “Ricardo, ¿cómo está tu familia? ¿Cómo va todo? Sentémonos, quiero plantearte algo a ver qué te parece”. Conversaríamos sin temor y absoluta confianza. Somos amigos. No debo, empero, dirigirme a él públicamente en términos de tuteo y cercanía. ¿Por qué? ¿Porque no somos amigos íntimos? No, por respeto y consideración a su investidura. Es el Presidente de la República. Yo, un ciudadano más, a pesar de que sea periodista y su amigo. También para dar buen ejemplo a los jóvenes que nos leyera, viera, oyera. Ricardo Martinelli, entiendo, poco tutea a ciudadanos y periodistas. Se involucra, no obstante, en nimias discusiones. Además de su recurrente intromisión en otros poderes del Estado vía Twitter. ¿Es adicto el Presidente a trifulcas? No sé. Recuerdo, eso sí, a Fidel Castro, Chávez, Maduro, Daniel Ortega, Rafael Correa, Evo Morales, Cristina Fernández. ¿Será casualidad que estos personajes sean tenaces antagonistas de los medios, de la verdad y la justicia? No creo.

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