La verdad me molesta en grado sumo esta alharaca fomentada por el grupo de mujeres denominadas “despechadas”, originado con motivo del tweet del presidente Martinelli. ¿Por qué no formaron tamaño alboroto y rasgamiento de vestiduras cuando estalló el súper escándalo de la denuncia interpuesta en contra del dirigente opositor Mariano Mena por supuestamente golpear fuertemente a su hijastra?
Verdaderamente, ambos hechos (el del Presidente y el de Mena) no son comparables en lo absoluto. Mirando antecedentes, debo afirmar que siempre respeté, admiré y aplaudí el movimiento creado por mujeres panameñas para promover la destitución del entonces defensor del Pueblo, Liborio García, quien había sido previamente acusado en una corregiduría por su esposa por violencia intrafamiliar. Aquella situación con García ameritaba la iniciativa feminista, ya que las causas eran terriblemente graves.
Regresando al tema, y siendo realistas, vemos que la Real Academia Española (RAE) de la Lengua define “despecho” como “malquerencia nacida en el ánimo por desengaños sufridos en la consecución de los deseos o en los empeños de la vanidad”. Si ellas (las integradoras del grupo feminista) se sienten engañadas por sus deseos o expectativas del gobernante de turno en cuanto a su gestión, encajan perfectamente en el significado contemplado por la RAE.
¿Dónde está entonces la ofensa? ¿Ha dicho algo malo o falso el Presidente? Palpable es, a todas luces, que la intencionalidad del grupo “Las Despechadas” es de corte política (sí, tengo derecho a opinar aunque les genere tirria mi crítica). No estoy defendiendo al mandatario, simplemente describo anonadado un movimiento que en lugar de proteger la imagen de las mujeres panameñas, lo que hace es proyectarlas como un sexo misántropo y achacoso que se queja por cualquier nimiedad.
Insto al movimiento “No más despechadas en Panamá” a que utilicen su personalidad mediática para defender los derechos de las mujeres en causas que realmente lo valgan, no en tonterías como las del tweet del Presidente (discúlpenme, pero estoy siendo muy honesto). No utilicen su gran habilidad, valioso esfuerzo e inteligencia en un asunto político, ya que en vez de ayudar a su género, lo que hacen es perjudicarlo.
