A pocos meses de abandonar el cargo, la presidenta de la República, Mireya Moscoso, parece no comprender cuáles son las responsabilidades de los medios de información en un sistema democrático. Sus declaraciones, en las que se queja de la falta de divulgación sobre su gestión, revela la poca memoria histórica acerca de la lucha por la libertad, la justicia y la democracia que en gran medida se libró desde las salas de redacción. El papel de los medios en democracia es mantener una actitud fiscalizadora y vigilante de la gestión de los gobernantes. El trabajo de relaciones públicas es tarea exclusiva de las oficinas de prensa y propaganda de las instituciones, que se caracterizan por estar al mando de jefes que disfrutan de un jugoso salario y horarios flexibles, y cuya función en muchos casos no es cónsona con la productividad y eficiencia. Huelga comentar sobre el manejo antiético con que se ha desenvuelto la actual administración, con comentaristas radiales y televisivos que reciben beneficios de diferente naturaleza para adular a los gobernantes. La gran deuda de este gobierno ha sido el desprecio con que se ha manejado a la opinión pública, e incluso la indiferencia que se les dispensó a las más de 50 recomendaciones elaboradas por una comisión designada por la propia presidenta para combatir los actos de corrupción. Ni hablar del destino final de la denominada ley de transparencia, que fue cercenada con un decreto ejecutivo que tristemente la Corte Suprema de Justicia no ha querido declarar ilegal. Que no haya dudas de que este medio mantendrá su papel vigilante en la gestión del gobierno que empieza el 1 de septiembre. Abandonar la misión por la que se fundó este diario contravendría los ideales que tanta sangre, luto y exilio costó en Panamá.
Hoy por Hoy 2004/05/05
05 may 2004 - 05:00 AM
