La situación llama para que –por encima de las circunstancias electoreras– los líderes de la oposición se unan y hagan causa común en torno a las pretensiones gubernamentales. El Gobierno pretende, desde Palacio, imponer una nueva estructura que, bajo la excusa de la “seguridad ciudadana”, afecta derechos fundamentales e incentiva el militarismo.
El momento demanda de aquellos líderes nacidos bajo el signo del civilismo, unir esfuerzos ante las añoranzas autoritarias del PRD. Esta batalla, que tiene aún por fortuna el campo de la democracia, demanda unidad de voces, argumentos jurídicos y posiciones políticas ejemplares para quienes creemos que los problemas de la criminalidad deben ser enfrentados bajo el sistema constitucional, con estrategias policíacas y no militares.
El PRD hace uso de las herramientas que bien conoce: el secretismo, el populismo y la concentración de poder, distrayendo el debate político para revivir el monstruo que ha guardado escondido por algún tiempo. Se trata de una de las discusiones políticas cruciales de nuestros días, que definirán el futuro de la Nación.
