Los trágicos hechos del 11 de septiembre cuyo primer aniversario se conmemora hoy, enseñan algunas lecciones que conviene entender y aprender. La primera es que no es absolutamente necesario tener armas para producir destrucciones masivas de vidas y bienes. Hay muchos equipos, diseñados y utilizados para propósitos estrictamente civiles, que pueden ser usados en actividades terroristas con terribles resultados. Aviones, barcos, trenes, laboratorios, plantas de energía y muchos otros artefactos e instalaciones, pueden ser desviados de su propósito original y utilizarse para causar daños a gran escala. En segundo término, difícil es contrarrestar adversarios que deciden inmolarse porque tienen metas que obnubilan e incluso anulan su instinto de conservación. Los mecanismos occidentales de seguridad y el propio derecho penal se fundamentan en el temor a perder la vida o la libertad. ¿Qué hacer cuando al terrorista no le importan las consecuencias con tal de lograr sus objetivos? Difícil es decirlo, pero es necesario encontrar respuestas a esa pregunta. Por último, un tribunal internacional, que tenga la suficiente autoridad para obviar los impedimentos, reservas y obstáculos que algunos países insisten en plantear, es una necesidad imperativa para que el derecho internacional merezca su nombre.
Hoy por Hoy 2002/09/11
11 sep 2002 - 05:00 AM
