EN EL MES DEL AMBIENTE

Huella ecológica y biocapacidad de Panamá

En 1960, la Biocapacidad y Huella Ecológica en Panamá eran de 11.5 y 2.5 hectáreas globales por persona (hgp), respectivamente. En el año 2007 eran 3.1 y 2.9 hgp para cada caso, y es posible que este año 2011, según cálculos de Comisión de Seguridad y Soberanía Alimentaria de la Universidad de Panamá, nuestra huella ecológica superará la biocapacidad nacional, solo con el incremento de la población.

El país, en 2007, tenía un crédito ecológico solo de 0.2 hectáreas globales por persona; existe un déficit en tierras de cultivos (huella ecológica 0.42, biocapacidad 0.21); es decir, el país está utilizando el crédito de la biocapacidad agrícola de otros países. Las huellas ecológicas de las tierras de pastoreo y de construcción (0.50 hgp c/u) son iguales a su biocapacidad (0.03 hgp c/u); es decir, que al aumentar cada año la frontera agrícola y de construcción va a existir un déficit ecológico.

La huella ecológica (0.67 hgp) de los recursos pesqueros es superior a su biocapacidad (0.62 ghp), lo que significa que estamos sobreexplotando la superficie marina biológicamente productiva para la obtención de pescado y marisco, y utilizando la biocapacidad de otros países.

Solo contamos con crédito ecológico en las tierras forestales con una biocapacidad de 1.79 hgp y huella ecológica de 0.22 ghp, y aún contamos con biocapacidad para absorber el CO2 de la huella ecológica de las emisiones de CO2 que emitimos. El 35% de la huella ecológica corresponde a las áreas forestales de absorción de CO2, el 32% a las áreas ocupadas por actividades agropecuarias (tierras de cultivos y pastoreo), el 23% a las actividades de pesca, el 9% a las superficies forestales y el 1% a las áreas urbanizadas y de infraestructuras.

La huella ecológica de Panamá (2.9) es superior a la de América Latina (2.6) y del mundo (2.7), lo cual es aún más preocupante al analizar ciertos indicadores ambientales.

Según cifras de la Anam, año 2000, la deforestación es de 47 mil 158 hectáreas anuales, o sea 129.2 hectáreas diarias, y que el 40% de los suelos del país se utilizan para actividades agropecuarias (rastrojos, uso agropecuario, subsistencia), cuando la vocación o capacidad de los suelos es forestal en su 75%.

La expansión de la frontera agropecuaria ha sido identificada como la principal causa de la deforestación en el país, produciendo impactos sobre la calidad y disponibilidad de las aguas, la biodiversidad, erosión del suelo y sedimentación, inundaciones en las tierras bajas (poblados), contaminación por los agroquímicos, afectación a humedales y arrecifes. Menos del 1% de los suelos del país están ocupados por las actividades mineras, industriales, poblados, camaroneras, salinas y suelos desnudos. Las actividades agropecuarias, el consumo de hidrocarburos, la pesca y el crecimiento de la población son la principal causa de la huella ecológica del país y de la abrupta reducción de la biocapacidad, situaciones que se originan básicamente por los patrones de consumo de los ciudadanos y al modelo insostenible de desarrollo económico del país.

En junio, mes del ambiente, hablemos menos, actuemos más.

Mañana es muy tarde.


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