CONTROVERSIA.

Humanismo y cristianismo

Los tiempos modernos se han caracterizado por la formación de un ser humano, que con la fuerza de la razón, se ha creído autónomo e independiente. Se confiaba que la ciencia traería soluciones a los problemas del hombre y acabaría con la ignorancia y servidumbre de los pueblos. El hombre moderno pasa a tener fe en conceptos como la libertad, la ciencia, el progreso y la historia, en fin, confía en lo que el ser humano puede hacer por el hombre, convencido de su propia bondad natural.

Con el creciente prestigio que ha adquirido la ciencia, surge un descrédito de las cuestiones espirituales que puede verse claramente apreciado en el famoso Manifiesto del Círculo de Viena que manifiesta, "solo lo científico es lo racional, pues solo la ciencia produce verdad".

Así, la visión humanística considera a Dios como un concepto creado por el hombre, y su ciencia y algunos libres pensadores, proponen creencias apoyadas por una religión racional que pueda prescindir de la revelación para demostrar la existencia de Dios, proponiéndose aniquilar la fe supersticiosa, la cual sería suplementada por la fe racional. Crearon un dios del cual era fácil desprenderse, un ente abstracto del que no se podía esperar consuelo, ni ayuda ni guía. Un dios que conduce silenciosamente hasta las puertas del ateísmo.

De esta etapa de la humanidad surgieron algunos personajes como Charles Darwin y su teoría de la evolución, con toda su intención de acabar con el concepto del Dios creador. Los ciudadanos del planeta han de aprender y contemplar la ciencia como la única fuente fiable de conocimiento y como el único poder capaz de mejorar y preservar la condición humana, llevando el mensaje en programas de adoctrinamiento, con el disfraz de la educación escolar. Las teorías evolucionistas influyeron poderosamente sobre la concepción que se tenía del ser humano, de criatura creada por Dios, pasa a ser un "primate con suerte".

Sin embargo, podemos apreciar que el humanismo ha sido un fracaso, como ejemplos, la ciencia no ha podido mitigar el hambre que arrasa a la humanidad, no ha podido evitar la proliferación de las armas de destrucción masiva que amenazan con devastar un buen porcentaje de la población mundial ante una posible guerra nuclear. No se ha podido encontrar una terapia efectiva contra el sida, ni siquiera detener el sobrecalentamiento global y sus repercusiones sobre las capas polares. La devastación de las áreas verdes, el incremento de la violencia. Ante esta situación se ataca la religión y pasan a culpar a Dios del extremismo religioso del hombre, de su barbarie, ambición y falta de amor y tolerancia ante su prójimo.

La población de la siguiente etapa de la humanidad postmoderna encierra el resultado de la gran influencia de los últimos dos siglos. Un ser humano que no confía en el hombre y su bondad, pero tampoco confía en lo que la ciencia puede ofrecer. Algunos autores postmodernos, Unamuno, Bergson creían que la razón no podía explicarlo todo, proponiendo un regreso al culto de lo natural, lo corporal, lo sensual y lo erótico. Nietzsche y Freud critican al cristianismo y la moral. Otros movimientos como la contracultura, el existencialismo llevan a un movimiento que dan origen a lo que hoy se denomina como postmodernidad. En ella vemos hombres que se han descrito en las Sagradas Escrituras, solo se preocupan por satisfacer necesidades propias. El hedonismo y el narcisismo, donde se pasa el hombre reconociendo sus valores y virtudes que no le queda más tiempo en pensar en los demás. Menosprecia a los que lo rodean, se aprovecha de ellos sin consideración.

¿Por qué culpar a Dios de estas cosas que ocurren? Existen leyes universales como la de la siembra y la cosecha que claramente explican lo que la humanidad vive. Sembramos en la carne, y en ella cosecharemos. Buena parte de la humanidad ha escogido vivir lejos de Dios y las consecuencias han sido terribles. Tenemos libre albedrío.

Pero no es cierto que tenemos un Dios indiferente. Está claramente escrito en el libro de Juan, capítulo 3, versículo 16. "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".

Es esta la bendita esperanza del cristiano que no la tiene ninguna otra fe. Porque en la historia de la humanidad solo uno ha resucitado de la muerte, Jesucristo, si así no hubiese ocurrido, vana sería nuestra fe. El cristianismo no deposita su confianza en el hombre, solo en Jesús. Estimado lector, Dios no es un concepto, es un ente espiritual justo y amoroso, ante este torbellino que vive la humanidad, antes de terminar este escrito, solo me resta invitarlo a darle una oportunidad, le aseguro que no se arrepentirá.


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