Hace unos días un numeroso grupo de ciudadanos coreando consignas ambientalistas, se manifestó en David en contra de la construcción de más hidroeléctricas. Por esos mismos días escuché a alguien comentar que, después de todo, podemos perfectamente vivir sin electricidad.
Quizás algunas personas piensen que la vida sin electricidad simplemente nos quitaría algunos lujos innecesarios como la televisión o el Wii. Pero la realidad es mucho menos alentadora. Este artículo intenta dar un pantallazo al enorme descenso en calidad de vida que resultaría de vivir sin electricidad.
Para comenzar, tendríamos que decir adiós a la conservación de los alimentos perecederos que se nos hace posible gracias a la refrigeración. ¿Cree usted que ello simplemente implicaría tener que ir al carnicero todos los días? No, pues el carnicero tampoco tendría electricidad, ¿cómo se supone que él mantenga la carne fresca? Los alimentos de origen animal como carnes, lácteos, huevos, que son los que realmente nos proveen de la proteína animal tan necesaria para una vida saludable, se estropearían rápidamente. Y toda la producción de alimentos se trastocaría enormemente.
Los procesos de producción modernos son sumamente intensivos en energía. Eliminar el uso de ésta nos regresaría a la época preindustrial, y con esos métodos jamás podríamos sostener en este planeta la población actual. Sin electricidad, moriría de hambre en poco tiempo la mayor parte de dicha población.
¿Agua potable? Olvídelo. En primer lugar, el proceso de potabilización de agua que usted conoce y que le permite abrir el grifo y tomar agua limpia directamente si así lo quiere, es un proceso muy intensivamente dependiente de electricidad. Ni qué decir del bombeo del agua a través de la red de tuberías, una vez procesada y potabilizada. Así que usted podría esperar muchos más casos de diarreas, disentería y otro sinfín de males gracias a la ausencia de una red fiable de agua potable.
¿Vive usted en un edificio de apartamentos? Sin electricidad para bombear el agua hasta el último piso, y para mover el ascensor, los edificios de apartamentos y de oficinas no existirían, así que prepárese para ver cambios drásticos en el panorama urbano, si nos inhibimos de usar electricidad.
Fíjese que me he concentrado en algunos aspectos que no pueden ser interpretados de ninguna manera como lujos. Ahora, trate de imaginar toda la serie de comodidades que nos permite la electricidad, a las que tendríamos que decir adiós. La radio, la televisión y la internet, medios de comunicación que nos permiten estar informados, no existirían.
La telefonía sería imposible. Las computadoras y todos los sistemas informáticos que hacen nuestro mundo más productivo y por tanto nuestra calidad de vida muy superior, no podrían funcionar.
En fin, la vida sería tan pobre sin electricidad que la población mundial jamás podría ser lo numerosa que es hoy.
La electricidad nos hace a todos más productivos y más ricos. Tanto así es esto que una forma segura de saber si alguien está en la pobreza o ha salido de ella, es preguntando si tiene electricidad. La vida no solo sería más cara, sino de menor calidad y mucho más corta. El retorno a la vida de antes de la edad industrial, sería decididamente un empobrecimiento general de la población como no ha visto nunca antes la humanidad.
Ahora, luego de repasar apenas por encima, lo fea, dura y pobre que sería nuestra existencia sin electricidad, ¿aún pensará usted en oponerse a que se construyan más hidroeléctricas?
