Pero qué sorpresa cuando finalmente llegué a Calle 50 con Vía Brasil (justo enfrente de la emisora Wow) y me encuentro con ¡seguidores del PRD y del PP en la calle, con banderas blancas y verdes, y música a todo volumen!
Los "abanderados" se habían puesto entre las filas de los autos para repartir no-sé-qué; las bocinas que habían colocado estratégicamente para que se escucharan hasta una cuadra a la redonda repetían una y otra vez un jingle de Martín (y otro del alcalde Juan Carlos Navarro), y más de uno de los jóvenes gritaba desaforadamente "¡Viva Martín!", como si su vida dependiera de eso.
Este pindín (esa es la palabra para describir lo que era) se dio el miércoles; la semana pasada el tranque lo ocasionó José Miguel Alemán y su comitiva, y antes de ellos Guillermo Endara (todavía no he visto a los de Martinelli por ahí). Sin olvidar, claro, a los que corren para legisladores por el circuito 8-8, para representante de corregimiento, y ya no sé ni quién más ha pasado por allí para hacer política.
¿Qué tienen ellos, los políticos, que nosotros no tengamos? ¿Por qué ellos sí pueden ocasionar un megatranque sin que nadie diga nada, mientras que el resto de nosotros se lo tiene que aguantar?
Como buena panameña, agarré mi celular y llamé al Tránsito para poner la queja. Les pedí que al menos despejaran la calle, ya que los jóvenes que estaban en ella corrían peligro de ser atropellados.
Me ignoraron y dijeron que ellos no podían hacer nada.
Luego les pedí -o mejor dicho, les rogué- que al menos les solicitaran que bajaran el volumen de las bocinas.
Esto también cayó en oídos sordos y 45 minutos más tarde, ya entrada la noche, la fiesta continuaba. El tráfico estaba menos pesado, pero seguían obstruyendo la vía en un momento de tráfico pico (me dijeron que desde las 4:00 de la tarde estaban allí). Por último llamé al Ministerio de Salud para que fueran a medir el nivel de contaminación por el ruido que estaban causando con la música y los gritos, pero ¡cómo olvidar que a partir de las 4:00 de la tarde esa institución no respira, pues todos vuelan para sus casas!
Como una ciudadana más, pregunto, ¿por qué cuando los estudiantes protestan en la calle (y hago constar que tampoco estoy de acuerdo con esto), entonces sí salen los antimotines con bombas lacrimógenas? Más de una vez han quedado varios presos. Usualmente el pueblo se queja por su manera de protesta.
Y pregunto nuevamente ¿por qué a quienes organizan estos mítines no les dicen nada? ¿Será porque "hoy por ti y mañana por mí"?
¿Dónde están las denuncias por esto, la queja del pueblo? ¿Será que estamos tan acostumbrados a la corrupción e impunidad de los políticos, que ya todo nos parece normal?
Yo aún no dejo de asombrarme de mi pequeño país.
No deja de molestarme que cuatro gatos puedan paralizar una de las arterias más importantes de la ciudad y nadie diga ni haga nada para evitarlo. Me saca de quicio escuchar a los políticos haciendo promesas para mejorar la calidad de vida del panameño, mientras ellos y sus seguidores (quienes también quedarán en el poder) ensucian las calles y contaminan el ambiente con ruido y tranque de autos.
El político que demuestre que está por encima de estos tercermundismos tendrá mi voto.
Piense usted en esto también, sobre todo cuando, luego de un largo día de trabajo, intenta llegar a su casa y no puede porque un wanabí se tomó las calles; o cuando intente dormir y no pueda porque hasta en sus sueños escucha el jingle de Martín.