Hoy, 14 de junio de 2005, alcanzamos un aniversario más del asesinato de Jorge, a manos de los paramilitares del movimiento estudiantil patrocinado por los narcomilitares y miembros del servicio de inteligencia militar (G-2). Veintisiete años han pasado, pero si echamos una mirada hacia atrás, son pocas las cosas que han cambiado a lo que vivíamos en ese entonces; Panamá sigue siendo un país caracterizado por las desigualdades socioeconómicas contra las que luchaba Jorge; un país donde la justicia funciona al ritmo que dictan los poderosos intereses económicos y políticos; un país donde gran parte del pueblo dice estar cansado de las injusticias, de la corrupción y de la inmoralidad, pero considera que el nacionalismo, los principios, los valores y las ideologías son elementos no comestibles, innecesarios para la vida humana; un pueblo que le da la espalda a vivir con dignidad, porque para ellos es más fácil decir nada se puede cambiar, que no vale la pena luchar.
Si Jorge Camacho viviera hoy, se enfrentaría a las mismas injusticias, a los mismos males sociales y a la misma indiferencia que enfrentó hasta el momento de su asesinato. Si Jorge Camacho viviera hoy continuaría realizando la tarea más incomprendida y difícil de todo aquel que se considere verdaderamente revolucionario, crear conciencia y crear sensibilidad ante la angustia y el dolor que viven a diario muchos de nuestros hermanos en Panamá y el mundo en general. Si Jorge estuviera vivo, seguiría resistiendo la persecución, la represión y los mismos intentos infructuosos de quienes detentan el poder, de comprar su conciencia revolucionaria; porque muchos de los rostros que lo persiguieron, que lo golpearon y que incluso participaron en su asesinato, están aún presentes en el Panamá político de hoy, gozando inclusive nuevamente de las mieles del poder gubernamental.
Quienes asesinaron a Jorge, absurdamente creían que con su muerte se acabarían sus sueños, sus ideales, sus principios y valores. Cuán equivocados estaban, ya que si bien todavía persiste la indiferencia en muchos, el ejemplo de lucha de Jorge continúa vivo en la conciencia de muchos otros que hoy están en las calles luchando contra la injusticia y opresión.
Hoy veo a figuras como Saúl Méndez y recuerdo a Jorge; al igual que como sucedía con Jorge, no comparto todas sus ideas y todos sus métodos de lucha, pero admiro su convicción y su verticalidad. Mientras existan jóvenes que luchen contra la injusticia, obreros que luchen por mejores condiciones de trabajo, empresarios conscientes de la necesidad de cerrar la brecha entre ricos y pobres, panameños comprometidos con el ideal de una justicia igual para todos, allí estará Jorge. Como un homenaje al hermano, al compañero, al revolucionario de verdad, apelo a la unidad de todos contra la opresión en cualquiera de sus formas y sin importar quienes sean los responsables. Si así lo hacemos, Jorge vivirá en cada uno de nosotros y juntos podremos decir Jorge Camacho, ¡Presente!
