El más pequeño de ocho hermanos vino al mundo un 11 de diciembre de 1955 en un hogar ejemplar de honrados padres: Higinio Alcázar (q.e.p.d.) y Julia Penagos. Las anécdotas familiares señalan que Alcázar desde pequeño fue un niño inteligente y estudioso, entregado a las actividades culturales de la escuela en las que participaba dinámicamente en obras de teatro. Es decir, en su vida escolar se dedicó a la actuación.
En sus sueños de ser teatrista, culmina en 1980 su licenciatura en literatura dramática y teatro, en la prestigiosa Universidad Autónoma de México (UNAM). Más adelante llegaría a ser catedrático de su alma máter. En su país natal estuvo muy involucrado en la fundación de grupos teatrales donde ensayó actuación, dirección teatral y dramaturgia.
Posteriormente viaja a Japón para realizar un postgrado en educación artística con especialidad en teatro tradicional japonés en la Universidad de Ciencias y Artes Liberales de Tokio. Fue allá donde conoció a su esposa, la arquitecta panameña Melva Abrego, cuando ella también realizaba estudios de especialización; y desde entonces conformaron un equipo inseparable. Estos dos profesionales, después de trabajar ocho años en México, se radican en nuestro país a principios de la década del noventa. Para Alcázar la educación era continua, por eso, pese a su envidiable caudal académico, no descansó hasta lograr otra maestría en Panamá. Esta vez fue en Métodos de investigación y evaluación educativa.
Gracias a su sólida formación académica, Alcázar llega a formar parte del cuerpo docente de la Escuela de Arte Teatral de la Universidad de Panamá. Por su don de gentes llega a ganarse el aprecio de sus compañeros, quienes cariñosamente lo apodaban el chiapaneco. En nuestra Primera Casa de Estudios se caracterizó por promover un teatro en el que armonizaban diferentes manifestaciones artísticas: música, danza, plástica, poesía...
En 1994 funda el grupo teatral TOTEM (Taller Obrero Teatral Enhebrador de Mitos), para “buscar por medio del rito teatral la esencia del mito en el drama, para devolverlo a su creador: la humanidad”. Por la escena del grupo TOTEM desfilaron estudiantes, obreros, docentes y hasta artistas profesionales.
Bajo la producción de Melva, su esposa, Alcázar logró el montaje de obras inéditas de su autoría al igual que varias adaptaciones; entre ellas se destacan El loco y la monja, Massar Igar, Mariana Pineda (adaptación) que llegó a ser representada en República Dominicana en un acto de recordación al natalicio de García Lorca; El clamor de un borriguero, La flor del higuerón, entre otras.
El grupo TOTEM no era una organización con fines de lucro. No había mecenazgo que lo apoyara, salvo su esposa, que era la promotora de sus montajes. Pero, pese a sus limitaciones económicas, TOTEM cumplió, a mi parecer, la sublime misión de llevar el teatro a un nivel que fuera alcanzable al estudiante, al obrero, al campesino y a todo aquél que no pudiera acceder a ese teatro costoso hecho únicamente para los privilegiados.
La muerte caprichosa dispuso que se nos fuera de forma prematura, pero por la característica de su trayectoria y lo valioso de su aporte que lo hacen un hombre tan singular, jamás será olvidado.
¿A dónde fue el chiapaneco después de su muerte? La respuesta la sabemos todos los que conformamos el elenco del montaje que el maestro hizo de su drama documental Massar Igar. Y es que la muerte para los kunas es un viaje al Paba (el Creador), y Massar, que es el encargado de tan sublime misión, ha tomado a el chiapaneco de la mano y ambos han emprendido el viaje.
¡Hasta luego maestro! Acá en la tierra, “el llanto llueve en los vergeles que abonó tu mano”.
La autora es licenciada en periodismo y miembro del grupo teatral TOTEM
