FORMACIÓN

Justicia y legalidad

Una de las nociones más elementales en la filosofía del derecho consiste en la distinción entre los conceptos de justicia y legalidad. En principio, todo estudiante del derecho debería conocerla bien desde su primer año de formación. Más aún, el profesional del derecho. Su desconocimiento suele ser causa de negativos efectos en la moral, la política y, por supuesto en el derecho mismo.

En primer lugar, debemos tener en claro que la justicia es un concepto cuyo origen y fundamento es de orden eminentemente ético. En cuanto tal, la justicia o injusticia es una experiencia moral que antecede y trasciende cualquier formulación o administración institucional. Así, las experiencias de injusticia o injusticia existen en todo tiempo y lugar, independientemente de que existan leyes, jueces, procesos, o tribunales. Estos elementos son más bien posteriores y subsidiarios a la experiencia humana de lo justo y lo injusto.

La legalidad es un instrumento para administrar la justicia. Así pues, la legalidad en cuanto tal es un medio para la realización de la justicia, no es un fin en sí misma. Sin embargo, esta realización jamás se da plenamente. La justicia es un ideal o un valor que la legalidad, en cuanto medio o instrumento, intenta realizar. Sin embargo, solo lo hace de una manera limitada e imperfecta, aun en el mejor de los casos.

La justicia no es patrimonio exclusivo de los profesionales del derecho. Sin menospreciar en ningún sentido la innegable y prominente función del derecho en la concepción y el tratamiento de la justicia, debe decirse que esta también le concierne a otras concepciones y tratamientos. Así pues, sociólogos, politólogos y filósofos, entre otros especialistas, también nos brindan una formación en ideas y prácticas de la justicia. Estas ideas y prácticas deberían tomarse en cuenta por abogados y juristas al interpretar y aplicar la legalidad.

La legalidad puede constituirse en un obstáculo para la justicia. En el derecho, este problema suele referirse como el fenómeno de la “ley injusta”. En ocasiones, se dan leyes que propician la injusticia. Por ello, existe la necesidad de renovar y mejorar la legalidad en cada ocasión que resulte oportuna.

En cierta forma, la justicia y la legalidad representan dos tipos de personas. Quienes miran a la justicia sin prestar mucha atención a la legalidad, podría calificárseles de idealistas y románticos. Quienes solo ven la legalidad, sin que les interese mucho la justicia, pudiesen ser considerados como realistas o pragmáticos. La justicia en este mundo requiere urgentemente la síntesis de ambas clases de individuos.

Ningún idealismo romántico puede sostenerse si carece de alguna dosis de realismo pragmático. Asimismo, todo pragmatismo necesita de algún grado de idealismo. De lo contrario, el romanticismo se torna pesimista, cuando fracasa, mientras que el pragmatismo se vuelve cínico, cuando triunfa. O aun peor, ambos pueden degenerar en el nihilismo, donde no hay ya ni justicia ni legalidad.


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