Escribir genera un gozo espiritual indescriptible que se asienta en el elemental deseo del hombre que, viviendo en sociedad, tiene ansias de comunicar sus anhelos, cuitas y deseos.
Julio Cortázar decía que al escribir sus cartas odiaba las que fueran cuidadosamente preparadas y que, en consecuencia, al redactarlas, solo dejaba fluir el vasto río de los pensamientos y los afectos. Esa apreciación de Cortázar define, de cuerpo completo, las motivaciones que debe tener un ser humano al tratar de utilizar los vasos comunicantes de la escritura.
A mi juicio, la literatura de cualquier género solo es fecunda si es el fruto del amor a la lectura, ya que es imposible hilvanar ideas sensatas si no existe un bagaje cultural que le sirva de alimento.
Desde la óptica antes referida, podemos entender que la lectura desarrolla la imaginación y nos conecta con otras culturas, otros tiempos u otras ideas. Por ello el escritor solo puede serlo en la medida en que se acoja al feliz vicio de leer.
La lectura, además, nos lleva al mundo de las curiosidades, de las frases lapidarias o de los hechos inverosímiles tal como lo demostraré a continuación.
Recientemente leí dos hermosos volúmenes que contenían discursos de varios personajes a quienes se les había otorgado el premio Nobel. En especial, me llamó la atención el de Camilo José Cela quien, entre otras cosas, señaló que Pío Baroja tenía un reloj de pared con un lema sobrecogedor que decía: cada hora hiere, la última mata. Si meditamos con serenidad, esta frase demuestra, de manera certera, que la vida comienza a terminar desde que nacemos.
Según Carlos Fisas, escritor español, Bernard Shaw recibió, en una ocasión, una nota anónima en la cual se podía leer solo una palabra: estúpido. Según Fisas, Shaw, con esa inteligencia chispeante, dijo que ello era muy raro ya que él conocía de la existencia de cartas sin firmas, pero no de firmas sin cartas. Parece que el ingenio nos libera de los insultos que provienen de los espíritus que viven en los territorios de las medianías.
En un libro de frases célebres encontré una fantástica expresión de Zsa Zsa Gabor quien dijo en alguna ocasión que ella era una gran ama de casas, ya que después de cada divorcio siempre se quedaba con las casas. Parece que en la lucha entre el amor y el interés, a veces puede más el interés.
Juan José Millás acaba de publicar un libro titulado Cuentos de adúlteros desorientados, en el cual dibuja la idea de que el adulterio es un elemento que estimula la economía, ya que, si las estadísticas indican que la infidelidad es el pan nuestro de cada día, la estructura física que permite su consumación (hoteles, moteles, etc.) ayuda en la eterna lucha por lograr el desarrollo. Sobre el particular, creo que es mayor la infelicidad que la infidelidad.
André Malraux escribió alguna vez que él perteneció a una generación que deseaba rehacer el mundo y que luego se conformó con que este no se deshiciera. Malraux tuvo una visión profética, ya que las condiciones de la realidad global de hoy nos indican que el ser humano es menos solidario, más individualista y, definitivamente, menos ser humano.
En el libro La historia natural de los ricos se revela que los humanos instamos a repetir conductas, a veces sin entender por qué.
En materia de modas es de rigor que el saco del hombre deje un botón sin abotonar porque hacerlo provocaría una seria afectación al concepto de elegancia. La realidad es que, según la obra en comento, la práctica del botón sin abotonar la instauró el rey Enrique VII en virtud de que sus chaquetas no le quedaban porque estaba excedido de peso. Parece que el reflejo condicionado de Pavlov también puede vencer a la razón de los hombres.
Por falta de espacio, no puedo seguir compartiendo este recorrido lleno de ocurrencias, ingeniosidades de personajes históricos y situaciones extravagantes, pero prometo retomarlo posteriormente.
A la espera de esa próxima ocasión no utilizaré mi tiempo para dedicarme a investigar si los ángeles tienen sexo, ya que prefiero preguntar si los políticos son cultos. Creo que será más sencillo obtener una respuesta.
